Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir Informe. Diciembre de 2018.
1- VILLA URQUIZA 21 DE MAYO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Quince estudiantes de ambos sexos en la Escuela Agrotécnica
de Villa Urquiza.
En Villa Urquiza, al noreste de Paraná, la escuela
agrotécnica y sus espacios amplios en más de 70 hectáreas dieron un marco
adecuado para el diálogo con estudiantes sobre la relación del ser humano y la
tierra.
Casi todos los entrevistados de sexto año admitieron
alguna relación con el trabajo campesino, además de la que promueve la
institución educativa. Se referían principalmente a abuelos y abuelas, o algún
tío. Sin embargo, sólo un par podía esperar una pequeña parcela heredada, donde
desarrollar sus proyectos.
Un estudiante explicó que su abuelo fallecido tenía
ocho hectáreas y ocho hijos, y la mamá del estudiante debía repartir una
hectárea con sus hijos, de modo que las posibilidades de trabajo se reducían
con suerte a media hectárea.
Se mostraron agradecidos por las enseñanzas no sólo
de profesores sino de vecinos que asisten al establecimiento para contar
experiencias. “Fue una suerte que eligieran a nuestro curso para traer a don
Panito”, dijo una estudiante, en referencia a una visita para aprender la
elaboración artesanal de embutidos. Recordaron que el vecino les explicó que
las carneadas se hacían de modo comunitario.
Concluida la encuesta, se vio a los alumnos pelando
y cortando frutas para elaborar dulce de mamón. Otros, en la quesería. La
escuele tiene un tambo de 20 vacas en ordeñe. Allí es ya famoso el dulce de
leche casero.
Los profesores recordaron que hace veinte años la
escuela logró reunir sesenta tambos pequeños y mediano, para buscar precio en
fábricas que pagaban mejor por cantidad. De esos 60 tambos hoy queda sólo uno:
el de la escuela. El panorama en ese rubro es desolador, en la economía
familiar.
Y en otros rubros no es muy distinto. Los profesores
recordaron que hay escuelas con cien años de vida en Villa Urquiza que
funcionaban a pleno en la zona rural y hoy reciben muy pocos alumnos, debido al
éxodo.
Los estudiantes señalaron las diferencias entre la
vida rural y urbana. Unca chica que vive en un barrio de Paraná admitió que sus
vecinos y compañeros de la ciudad se burlan cuando ella comenta, por caso, que
estuvieron ordeñando vacas. “Se ríen, no les va. Les parece raro… en la ciudad mis
compañeros piensan a lo grande, médico, abogado, policía, no piensan en la
producción”.
También dijeron que los abuelos que se fueron del
campo a la ciudad “hoy están más cómodos”, aunque siempre quieren hacer una
huerta o algo vinculado a sus oficios.
Algunos estudiantes confesaron que eligieron la
escuela agrotécnica porque no se sienten a gusto en los edificios apretados. “No
me gusta el cemento, prefiero un lugar abierto antes que el encierro”, se
escuchó. Otro confesó que en otra escuela urbana sentía una suerte de
discriminación. “Ahí no hay respeto”, apuntó.
En una recorrida por la escuela, se los vio
caminando en grupos, conversando, y tomando mate.
Cuestionario.
1-
¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la
crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
-En
un principio respondieron que los conocimientos que tenían los aprendieron en
la escuela. Allí está a la vista que encaran diversos oficios. Pero poco a poco
fueron recordando que con sus padres y abuelos sabían de caballos, huertas,
vacas, vida campesina, incluso uno con familia en Paraguay y Formosa dijo que
su abuela le sugiere que aprenda sobre plantas medicinales. El joven que más
practica la huerta aclaró que todo lo hacen a pala, sin máquinas. Hablaron de
tomates, zapallos, pimiento, aromáticas… Uno contó que suele viajar a la casa
de un tío de donde salen a pescar.
2-
¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
-La
mayoría de los jóvenes proviene de familias vinculadas al campo que hoy viven
en zonas urbanas. Pero para nuestra sorpresa, estos jóvenes no dieron mayores
testimonios sobre el éxodo, ni mostraron una inquietud específica sobre este
flagelo. Algunos apuntaron que en sus zonas hay casas nuevas porque gente de
Paraná por ejemplo, vive allí. (Nos queda la impresión de que el éxodo más
notable ocurrió aquí en tiempo de sus padres y abuelos). En un caso, la familia
debió dejar el tambo porque quedó rodeado de casas y había quejas de los
vecinos.
3-
¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el
origen de los alimentos que consumen?
-El
origen es el supermercado. Pero varios comentaron de huertas de su familia.
4-
¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación
del ambiente?
-La
mayor preocupación se dio en torno de los basurales en los arroyos, o los
fluidos de alguna industria hacia los cursos de agua. En un principio no
señalaron el sistema de agronegocios con herbicidas e insecticidas entre sus
inquietudes por el ambiente.
5-
¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en
algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
-Todos
por unanimidad se mostraron decididos a encarar actividades en relación con la
tierra.
6-
En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas
creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el intercambio
o el comercio de los productos?
7-
¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas?
¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción?
¿Dónde les gustaría vivir?
8-
¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios,
asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
-Aquí mostraron una mirada crítica sobre la sociedad actual, que calificaron de individualista, y notamos un particular entusiasmo a la hora de hablar de emprendimientos comunitarios. No salió espontáneamente de los jóvenes la idea del trabajo comunitario, asociativo. Sin embargo, cuando se los interrogó sobre esa alternativa se mostraron muy dispuestos, y dieron vuelo a sus inquietudes solidarias, de vida en común.
“Hoy no importa el que está al lado. A mí me gustaría compartir, pensar en los demás, preferiría algo con todos juntos”, es la frase que resume todas las expresiones. Dijeron que en la escuela hacen todo en grupo. “Cuando alguien no quiere lo convencemos”, apuntó una alumna.
9-
¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los
negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O
les da lo mismo?
-Si
bien algunos admitieron que sus abuelos viven más cómodos en el barrio, en
relación con su vida anterior en el campo, todos prefieren la vida campesina.
10-
¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría
trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de
realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo
primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían?
¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas,
agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e
industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas,
otras posibilidades, etc.)
-Inesperadamente se volcaron casi todos por la apicultura. Es cierto que estudiaron y practicaron el trabajo con abejas en los últimos meses, es lo que tienen más fresco. EN el momento de la entrevista se empezaban a interiorizar en torno del tambo, más adelante tratarán la producción de aves. Notable la variedad de oficios que aprenden allí.
Palabras
de Pedro Aguer luego de la entrevista: “El amor en el
corazón tiende las manos hacia la solidaridad. La imaginación y el amor
constituyen el poder para la creatividad y la realización. Porque en ellos
reside lo que probablemente sea lo único verdadero en el camino del bello vivir
y del buen convivir en libertad entre los seres humanos en armonía con la
naturaleza. Ayer en la escuela Agrotécnica de Villa Urquiza pudimos sentirlo al
escuchar a los alumnos y docentes desarrollando sus tareas compartiendo el saber
y el aprender como si nada. Respiramos el aire y disfrutamos del paisaje de la
naturaleza en perfecto ensamble y la alegría del orgullo sano que contagia la
satisfacción del deber cumplido”.
Los jóvenes mostraron un auténtico espíritu de
trabajo, estudio y comunidad.
Cómo hicimos la Encuesta:
1- Nos presentamos, presentamos a la JAPL y las
demás organizaciones, leímos algo de los fundamentos de la Encuesta y
explicamos algunas de las inquietudes. Por qué una encuesta, qué interpretamos
por el buen vivir, la armonía del ser humano con su entorno, el comunitarismo,
los problemas del desarraigo y el destierro...
Luego conversamos, motivados por preguntas que
llevamos escritas y que no leímos en el mismo orden porque preferimos dejarnos
llevar por el diálogo, y los interrogantes que aparecían en forma espontánea.
Nos ayudó mucho la presencia de dos profesores (uno ingeniero agrónomo, el otro
veterinario).
Terminado el trabajo, dejamos copia de los
fundamentos de la encuesta y los directivos de la escuela nos invitaron a
recorrerla. Decenas de jóvenes pelando y cortando frutas para hacer dulce de
mamón, quesería.
Si a estos jóvenes les dan tierra y oportunidades,
serán trabajadores de primera, preparados, solidarios, decididos.
2- LARROQUE 7 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Reunión de vecinos de barrio obrero organizado en
Larroque.
Los vecinos de este barrio situado en el límite
urbano de Larroque están organizados desde que comenzaron a reunirse en pro de
la construcción de sus casas. Son empleados de dos importantes industrias
locales. Pudieron decidir en conjunto aspectos importantes en el diseño de sus
casas y en el uso de los espacios.
Nos encontramos con ellos durante una choripaneada
familiar, tuvimos oportunidad de sumarnos a los juegos de los chicos y a la
conversación informal que caracteriza estos encuentros. Se congregaron unos 15
adultos que evidenciaron un trato fluido y ameno entre ellos, hasta que se
formó una rueda de charla más formal alrededor de la mesa (antes de comer).
Nos presentamos todos, expresando situaciones
personales familiares e intereses y en un principio la conversación se encaminó
con naturalidad por lo que los centros de interés de la encuesta se fueron
respondiendo en un orden diferente al pautado. Sólo sobre el final hizo falta
explicitar algunas preguntas que no habían tenido comentarios anteriores.
Se consideran ellos mismos como guardianes de la
naturaleza. Llevaron adelante huertas comunitarias en la etapa de
construcción de las casas y si bien ahora la actividad hortícola ha decaído hay
varios vecinos que la continúan en sus propios terrenos. Decidieron arbolar
las banquinas con variedades frutales (naranjos, mandarinas, manzanas,
duraznos, ciruelos, limoneros) mezclados con los ornamentales (aguaribay,
lapacho, etc), no sin cierta resistencia de algunos que pronosticaban peleas
por las frutas. Varios limoneros y manzanos ya han dado sus frutas y los
pronósticos no se cumplieron. Estas actividades generaron un gran entusiasmo,
una buena relación interfamiliar, instancias de capacitación y una muy buena
motivación para reunirse y organizarse y “un gusto personal de hacer algo por
nosotros mismos y poder enseñarles a nuestros hijos”.
Como su ubicación geográfica es cercana a una
cuenca de desagüe pluvial aún natural y con un interesante espacio visual, han
solicitado al municipio local que impida los loteos de terrenos ubicados en el
interior del arroyo con el objetivo de evitar futuras inundaciones y preservar
el paisaje lo que ha tenido buena acogida de parte de las autoridades.
1- ¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría recuerda hacer huerta desde
pequeños con sus padres o abuelos… “en cualquier pedacito de tierra plantábamos
algo” y si bien reconocen haber olvidado muchas cosas, también recuerdan muchas
otras y piensan que con un tiempo de práctica y alguna orientación profesional
recuperarían las olvidadas. Casi todos aportaron datos, que vienen de familia,
sobre técnicas de cultivos y usos de plantas. (orientación de los surcos de
tomates, lo imprescindible del limonero y de la albahaca, la barba de choclo,
las hojas de níspero, la manzanilla, la miel, lo fácil de tener perejil,
orégano, acelga, cebolla de verdeo, etc.)
2- ¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la
zona que conocen?
Queda muy poca gente viviendo en el campo aunque
muchos viven del campo, pero se prefiere vivir en el pueblo… “la gente buscó la
comodidad”. Se acortan las distancias, se sale cuando quiere, se evita el
aislamiento, se accede más fácil a la tecnología.
3- ¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
Piensan que mucha gente tiene aún al menos una
pequeña huerta en el fondo de su casa, o una maceta con perejil, aunque sea
como pasatiempo, pero son conscientes de que casi todo el alimento vienen de
afuera, y desde lejos, y que se han perdido las quintas y huertas tradicionales
de la zona a donde iban los pobladores a proveerse. Entienden que hay una nueva
generación de chicos que no saben (ni les interesa) de donde salen los
alimentos ni como se producen.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
En parte este punto se trató al hablar de una de
sus preocupaciones fundamentales como barrio que es evitar los asentamientos en
los bajos del arroyo, pero además se enumeraron otras situaciones como las
fumigaciones con agrotóxicos aún dentro del pueblo y a pesar de las
prohibiciones. La proliferación de perros sueltos o sin dueño.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
Algunos manifiestan dudas al respecto, basados en
que hoy se busca más la comodidad, que se han perdido conocimientos y
costumbres, en que se valora poco la relación con la tierra, “se cena mirando
la tele”… la huerta sí como entretenimiento, pero no como forma de vida. Otros
en cambio piensan que sí sería posible, que habría mucha gente dispuesta a
vivir en un campo de su producción, unos pocos manifiestan que estarían
dispuestos a hacerlo. Muchos manifiestan que ven un cambio de mentalidad en la
gente, que “se están dando cuenta”, que se está abriendo al cambio,
concientizándose. El mayor impedimento sería la falta de tierras disponibles y
la falta de formas de comercialización de los productos con las cuales ponerse más o menos a la par
de las grandes cadenas mayoristas.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
Creen que con menos de una hectárea sería
imposible, algunos piensan en 4 Ha. les permitirían tener algunas ovejas o
cerdos. Y siempre y cuando haya un plan de mercados locales y formas de mejorar
la competitividad frente a los hipermercados.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar
en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda
por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
Estas dos preguntas fueron respondidas como parte
de la realidad de la comunidad. Todos tienen vivienda propia por un plan del
Estado Nacional que los involucró en la toma de decisiones y una intensa vida
comunitaria donde están muy contentos de vivir.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
La mayoría piensa que Larroque es un pueblo con
mucho de rural, en el estilo de vida, en el uso de los tiempos (aunque aceptan
que “se vive a mil”), en el empleo de los espacios, por eso no ven mucha
diferencia, más allá del aislamiento que significa vivir en el campo por el
estado de los caminos rurales. En este barrio se ve todo positivo debido a la
manera en que se generó, “se lo vio crecer”… hay muchos chicos, que pueden
jugar con mucha libertad porque hay mucho espacio. El único aspecto negativo
que se menciona es la abundancia de perros callejeros.
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o
sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo,
gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles,
trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre las anteriores)
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3-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del secundario) de
Colegio público de administración privada con orientación en ciencias sociales
en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de más de 20 jóvenes
de entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente dinámico y bien dispuesto
para el diálogo, la mayoría proveniente de familias campesinas, algunos de
ellos incluso con la experiencia personal de haber colaborado con tareas del
campo y en algún caso muy particular se hizo notable una inclinación casi
pasional por las tareas rurales y el paisaje campesino.
Fueron unánimes en considerar a Larroque como un
pueblo casi rural con mucho espacio verde,
terrenos libres (de construcción), gallineros cercanos, paisaje rural,
rodeado de arroyos, tierras cultivables, etc. “lugar privilegiado”. “paisaje
maravilloso”.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría manifiesta conocer sobre la
producción de carnes bovinas y ovinas, donde y como, sobre la producción
avícola y cerealera, algunos por haberlo visto en su familia y otros por
haberlo estudiado en el colegio. Saben de los extensos recorridos que
realizan las frutas y verduras para
llegar desde las zonas de producción hasta nosotros. Conocen a algunas familias
que tradicionalmente se dedicaron a la producción hortícola en Larroque y
algunos pocos saben que sus mayores aún suelen ir a las quintas a buscar
frutas.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
Muchos piensan que sus familias se “vinieron” al
pueblo por la educación de sus hijos y por la salud… la cercanía de los
colegios y los centros de salud fue determinante en varios casos, pero también
las facilidades que ofrece el pueblo, el mercado, los boliches, las reuniones
de amigos etc. El estado de los caminos rurales también es un factor
influyente.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Está desarrollado en la primera pregunta, pero
agregan que la calidad de lo que se produce en casa es mejor... “el sabor, el
color, la semilla, el olor… todo es distinto”.
Reconocen que la mayoría de la gente no tiene interés por la producción o no lo
ven como prioritario… “Prefieren gastar plata y no tiempo” fue una frase
escuchada haciendo referencia a la comodidad del mercado en cada cuadra con
frutas y verduras de todas las estaciones, donde se usa dinero y la actividad
en la tierra donde se invierte tiempo.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
La deforestación, las fumigaciones, la falta de un
parque industrial (industrias sin control y muy cercanas al pueblo que generan
olores insoportables y tóxicos), la falta de planificación urbana y el negocio
inmobiliario, el desconocimiento y la ignorancia; se prioriza la posibilidad
económica antes que la salud. (los terrenos son baratos en las zonas inundables
o cercanas a una industria contaminante, de lo contrario tienen precios
inaccesibles) “Se juega con la necesidad” de la gente de tener un trabajo o una
vivienda.
Ven como muy importante el tema de la casa propia, como un proyecto personal o
familiar, como un legado para los hijos, aunque lo consideran inalcanzable.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
La mayoría piensa que hay gente con conocimientos y
ganas de producir para abastecimiento del pueblo pero creen que la gente no
iría a comprar a las quintas. “Si uno quisiera hacerlo en casa no tendría
lugar”. No se ven (salvo algunos casos puntuales) trabajando en producción
agrícola u hortícola. Piensan que los estudios (extendidos más allá de los 20
años de edad) los alejan del contacto con la producción y después no se quiere
o no se puede volver. Sin embargo la mayoría acuerda en que si tuvieran que hacerlo
los impedimentos tendrían que ver con el espacio, no con los conocimientos, a
los que suponen volverían fácilmente de la mano de algún padre/madre o
abuelo/a. Las cuestiones legales serían otro impedimento, porque según expresan
no ven que el país (las disposiciones de los gobiernos) apuesten a desarrollar
la industria nacional y mucho menos las producciones locales.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
Aquí se desinteresan un poco del diálogo, algunos
vuelven a insistir con la casa propia, algunos piensan en más o menos una
manzana (1 ha), algún otro expresa la necesidad de campañas o acciones que
movilicen a la población a querer adquirir los productos de la huerta local.
Pero el diálogo se agota.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para
arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener
vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
Aquí es donde se insistió en la necesidad de un
planeamiento urbano a largo plazo, de la importancia que le dan a la casa
propia, que muchos prefieren gastar dinero y no tiempo. La mayoría de los
presente dice que no se imagina a si mismo/a produciendo o trabajando en el
campo en el futuro, son pocos los que manifiestan alguna duda al respecto
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
La cercanía de todo lo que parece que necesitamos,
escuela, médicos, mercado, diversiones, amigos, servicios, etc., hace que se
prefiera la vida de pueblo. Aún aquellos pocos que piensan que podrían producir
alimentos si se dieran las condiciones, dudan de poder dejar estas cosas que consideran
comodidades del pueblo.
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o
sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo,
gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles,
trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre las anteriores) (y si no está es porque, no se
contestó).
4-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y
buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del
secundario) de Colegio público estatal provincial con tres orientaciones
diferentes: Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Economía, en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de unos 15 jóvenes de
entre 16 y 18 años con una docente que se prestó a acompañarlos, en un ambiente
más bien reservado, algo (aparentemente) desconfiado sobre nuestra presencia en
el lugar (debido quizás, a que los encargados no habían tenido la delicadeza de
informarles previamente que se realizaría esta reunión). Tal vez por lo mismo
no encontramos (salvo en dos o tres chicos) una buena disposición para el diálogo.
La mitad de los presentes o algo menos manifiesta
provenir de familias campesinas, pero casi todos dan a entender que no saben
nada del campo, su forma de vida o la producción de alimentos, sólo una chica
expresa la experiencia personal de haber colaborado con tareas del campo y su
gusto por hacerlas. No obstante, la mayoría (entre quienes logran expresar una
opinión) cree que Larroque es un pueblo con mucho de rural.
Ante la pregunta inevitable y textual sobre si
sabían de dónde vienen los alimentos que consumimos, ninguno respondió.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Esta respuesta se desarrolla en la introducción,
con el agregado de que, casi todos los que opinan, son conscientes de que
existen diferencias de gusto y calidad que hacen preferible a un producto de
huerta sobre uno de verdulería, y al mismo tiempo indican que “no elegimos bien
lo que comemos”.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
No hubo opiniones
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
Está desarrollado antes. No participan y parece no
interesarles participar.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
La contaminación: se nombran empresas que, ellos entienden,
son contaminantes y están en medio de la ciudad como “Villa” (fábrica de
acumuladores de plomo) y “Globoaves” (incubadora de pollos).
Los olores desagradables del frigorífico de aves (tratamiento de plumas y
deshechos). La falta de control del cumplimiento de las ordenanzas… “el vecino
no puede fumigar pero lo hace igual”.
La falta de previsión en el desarrollo urbano… “no se pensó en evitar que se
hicieran casas tan cerca de las fábricas”.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
La gran mayoría no se ve a sí mismo/a en el trabajo
de producción primaria de alimentos, si tal vez en la elaboración (varios
podrían ser ‘chef’). No irían a trabajar en el campo “salvo que no te quede
otra”. “Es más fácil gastar más que trabajar más” Una sola chica ve como
posibilidad para sí misma vivir del trabajo en el campo.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
En este punto se miran sin saber qué decir. Uno
arriesga que con media hectárea pondría 2 galpones de pollos y usaría árboles
frutales para la sombra. Los demás hacen como un acuerdo tácito.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para
arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener
vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Sin Respuestas
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
No ven esa disposición. “En un barrio, si tres
plantan algo, los otros se lo roban”
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
“Queremos vivir en el pueblo por comodidad”. Hacen
mención al mal estado de los caminos rurales, la cercanía de los mercados en el
pueblo, uno manifiesta que su familia se vino a vivir al pueblo por la escuela.
Dicen que Larroque tiene una vida tranquila, pero aceptan que antes lo era más
aún, “cuando éramos chicos dormíamos con las puertas abiertas, ahora ya no”.
Mencionan el ingreso de “la droga” como un problema actual serio… “roban por
droga” dicen, y no ven que haya acciones de las autoridades o de la comunidad
para solucionar este problema.
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5-TABOSSI MARTES 12 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y
buen convivir.
Polideportivo en localidad de Tabossi.
Encuesta realizada a tres docentes (dos profesoras y
una maestra) del departamento Paraná.
En
torno de los conocimientos: lo básico nomás, dijo una profesora, y lo que sé
viene de mi casa.
Doy
clases en Viale, de ciencias naturales en quinto grado. Allí los chicos no
tienen relación con la huerta o las aves. No hay cultura campesina. No saben.
Ni huerta ni vacas. No tienen vínculos con la naturaleza, sólo por el
germinador.
Otra:
antes mi abuelo tenía eso pero ahora no, se han perdido las costumbres. Ver una
huerta en Viale es una excepción. Mi sobrina suele ir con mi mamá a los
frutales. Como nosotros nos criamos en el campo, mi mamá conserva algunas plantas
de frutas. Mi sobrina lo vive por su abuela, pero no lo haría con mi hermana.
Yo tampoco tengo, sólo algo en una maceta.
Otra
profesora: a mí me gusta enseñar, a mi hija de 10 años le gusta y sembramos
morrones en macetas.
En
nuestra generación (entre 30 y 40 años) todavía tenemos experiencias de
huertas, frutales, hoy en día eso es muy raro.
Una
tercera docente: yo sé algo de la naturaleza, distinguir los pájaros, pero mis
alumnos no. Salvo uno o dos que vienen del campo, los demás no, no saben.
En
mi escuela hay un quiosco con papas fritas, esas cosas. El chico que lleva algo
de la casa recibe las burlas de sus compañeros. Uno lleva queso y dulce y come
adentro del aula para que no se le rían. Del quiosco sí, de la casa no.
Los
alumnos de mi escuela al principio tomaban té, y les daba vergüenza pedir té
con leche. Entonces un día empezamos a darles chocolate con leche, mate cocido
con leche o te con leche, sin más opciones, y tomaron eso. Ahora no hay
problemas.
Una
docente: ahora veo más eso de cuidarse, hay chicas vegetarianas, veganas, está
un poco de moda.
Sobre
el éxodo.
Mis
padres vivían en Las Tunas. Se fueron ellos y sus vecinos, porque no había
trabajo. Se marcharon a Córdoba en los años 80. Cuando volvimos, mi padre hacía
changas, era alambrador, y recuerdo que no podía conseguir empleado.
Hoy
los hijos somos urbanos. Dos docentes, el ex marido de mi hermana también es
docente, y mi ex, policía.
Dijo
una profesora: mis abuelos eran gente de campo, y mi mamá también. Hoy vive en
la ciudad.
Otra:
mis abuelos eran campesinos, mis papás también, y mis tíos. Pero la zona, en la
colonia Centenario, se ha despoblado. Se han marchado.
En
el barrio de mi mamá han comprado terrenos familias del campo, gente grande que
se viene.
Mi
tío tiene problemas en las rodillas, le cuesta caminar, pero nadie lo saca del
campo. Sus hijos están todos en la ciudad. Él no encuentra quién le ayude.
¿Qué
hacen los hijos? Son empleados, uno en una tienda, el otro despachante en YPF.
Una:
fuimos la última generación con experiencia en el campo. Y no queremos volver.
Otra:
a mí me gusta, pero no para ir a vivir. Somos cinco hermanos y no vamos a
volver a Las Tunas.
Pregunta
3 sobre alimentos.
Las
docentes admitieron que compran en las verdulerías, y poco o nada cultivado en
la zona.
Una
aclaró: yo sí compro leche de campo. Y comentó que por Viale andan vendedores
de leche, huevos, pollos de campo, queso, por las calles.
Sobre
la pregunta 8- posibles emprendimientos comunitarios, las respuestas fueron
similares: hoy es cada uno por su lado. No imaginamos algo comunitario.
Trabajamos con el otro, pero hasta ahí
nomás.
-Por
ahí te metés en líos.
-La
gente se ofende (dificultades para emprendimientos colectivos).Va a llevar
mucho recuperar ese espíritu comunitario.
-Los
gobiernos han ido rompiendo los grupos. A la más pequeña diferencia no se puede
continuar.
Sobre
la pregunta 7 – vivir en el campo
-No.
Textual: “no puedo visualizar mi laburo en relación con el campo. No los veo
compatibles”.
-A
mí me gustaba el campo. No quería ir al secundario pero mi abuela me decía qué
vas a hacer en el campo…
-A
mí me gusta la paz, la tranquilidad. Querría algo (una casa) para estar y
disfrutar. No para hacer tareas del campo.
-Claro,
tendríamos que aprender mucho.
-0-0-0-
6-MARÍA
GRANDE JUEVES 14 DE JUNIO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Héroes de Malvinas, en la localidad de María
Grande.
Encuesta realizada a seis docentes de colegios
secundarios del departamento Paraná.
Los
docentes dan clases en Hasenkamp, El Pingo, María Grande, María Grande Segundo,
Antonio Tomás y Alcaraz.
Admitieron
que tienen conocimientos que les vienen de la casa, sobre la producción de
alimentos, y ofrecieron algunos ejemplos.
Mi
papá siempre hizo huerta, criaba pollos. La familia lo hacía. Yo misma tengo
huerta en casa, frutales, ahora limones, naranjas, mandarinas, un ciruelo que
nació guacho. Ahora no tengo gallinas porque se las comen los perros, dijo una
entrevistada.
Tengo
conocimientos, me crie en una zona rural. Ganadería, agricultura, todo para el
consumo de la casa. Yo soy docente, y
hoy sigue la producción en ese campo, pero ninguno de mis hermanos trabaja en
el campo, delegan.
Otro
caso: entre mis alumnos hay dos que saben, vienen del campo, y sólo uno de ellos
con familia propietaria.
Una
tercera docente: mis padres tenían huertas, gallinas. Yo soy profesora de
economía y presenté un proyecto de huerta en la escuela, luego de hacer una
capacitación en el INTA. Allí hacemos tomates, lechugas, acelga, rabanito,
zapallo, y llevé incluso unas frutillas. Son estudiantes mujeres y varones,
todos muy entusiasmados, incluso nos quedábamos más tarde, fuera de hora. Iban con mate, galletitas, compartíamos. Hay
una gran diferencia con las actividades en el aula, se muestran más animados en
la huerta. Después me mandaban fotos, hacían canelones y los vendían para
juntar fondos.
Apuntó
que los alumnos comparaban la frescura y la calidad de las verduras de su
huerta con las compradas.
En
mi escuela acostumbran plantar un árbol en el sexto año, y se identifican con
él. Mis alumnos eligieron una granada por ejemplo.
Una
cuarta docente trabaja en una escuela de jornada completa con técnicas
agropecuarias. Su casa paterna abarcaba media manzana, allí tenían gallinas
ponedoras, gansos, huerta, higuera, quinotos, durazneros. Pero todo eso es
pasado. Hoy no tiene patio, sólo algunas aromáticas.
Preguntamos:
¿dónde quedaron esos conocimientos de tus padres y tuyos? La respuesta:
quedaron en mí.
En
ese punto los docentes se explayaron sobre el éxodo rural. Se reconocieron como
la última generación en relación con la producción propia de alimentos.
Mis
papás venían de Sauce Pinto, vivían en el campo, mis abuelos también. Esos conocimientos no llegan a mis hijos y a
mis nietos. ¡No conocían una gallina!, se asombró.
Coincidieron
en que, con diferencias, están en un punto de desapego casi total en relación
con las actividades campesinas.
Una
docente aclaró que tiene alumnos que conocen bien la actividad agropecuaria.
Por ejemplo, una familia con cinco hermanos que saben de gallineros y trabajan
en el tambo. Otro caso, una familia con cinco hijas mujeres y dos varones más
chicos. Cuando terminan el secundario, el papá las hace trabajar un año en el
campo y después pueden estudiar en la universidad o el terciario. Hacen tambo.
Es un año de trabajo, tienen esa disciplina y la aceptan.
Otro
caso: nunca di clases en escuelas de campo, sí en escuelas urbanas, incluso en
Paraná. Soy de Hasenkamp. Me crie en casa de mis abuelos, en el campo, con un
monte enfrente. Ahora ese predio quedó adentro del pueblo. Ese montecito
desapareció por completo. Había un tajamar, y también desapareció, fue
rellenado. Ahí ya no hay vínculos con el
monte, con el tajamar, se perdió. Mis abuelos tenían una manzana. Había cerdos
incluso, huerta, todo lo que comían salía de ahí.
Cuando
tenía seis años vivíamos con lámparas, sin electricidad ni agua corriente. Luego nos cambiamos y seguimos con la huerta.
Hoy ya no, no tenemos animales y no nos hacemos tiempo para cultivar algo en el
terreno. Mis hijos conocen muy poco de eso, pero aunque no trabajemos nosotros
en eso, tienen contacto a través de sus amiguitos.
Hasenkamp
cambió mucho. Se urbanizó, se trazaron calles, mi abuelo tenía una manzana, hoy
los terrenos son de 10 por 30, no se puede tener gallinas, ni hablar de los
cerdos. Molesta el olor, el ruido. Incluso hay restricciones municipales y se
han hecho multas por las gallinas. Los terrenos son chicos para la producción,
aún en familias que conocen esas prácticas y por razones de espacio no pueden
desarrollarlas.
Sobre
la pregunta 2, el éxodo: mi suegro es molinero y siempre dice que no queda
nadie en el campo. Que antes había boliches, bares, y hoy nada.
En
el primer año, las autoridades de las escuelas tienen que ver si habrá alumnos.
Este año tuvimos ocho porque llegaron mellizos. La matrícula es una
preocupación.
Una
profesora dijo que en un tercer año tienen dos alumnos. Otra dijo que en sexto
tienen dos. Ocurre en distintas escuelas de la zona.
Una
docente apuntó que en El Pingo sorprende la cantidad de taperas, incluso
algunas casas hermosas abandonadas. ¡Dios mío, cada vez más gente se va!, fue
el comentario con unas amigas, de visita en casa de descanso.
La
gente busca oportunidades. La gente grande que queda tiene celular, y dos por
tres llaman a la policía porque se ha sumado un problema: la seguridad. Viene
gente de otro lado.
Una
profesora dice que donde está en su mayoría son obreros, peones, no dueños de
campos. La estancia contrata al papá y trabajan todos.
Si
no son dueños, el propietario no los deja hacer quintas porque descuidan lo
demás… esa es la excusa. Incluso viven
en casa prestada. Eso no arraiga.
Algunos
no tienen luz eléctrica y en la zona el agua es salada. No es como en otras escuelas, donde los
chicos llegan en camioneta. Acá es a
caballo, en bicicleta, y si no los busca la traffic del Estado, no van a la
escuela.
Interviene
un profesor. Dice que buena parte del folclore de proyección en la región está
formada por canciones con añoranzas sobre el exilio, recuerdos del paisaje, la
tierra, la comunidad. Nombra al acordeonista Alcides Muller que siente, dice,
una deuda moral con María Grande. Recuerda obras de Federico Gutiérrez que
nombrar a las familias del éxodo.
Todos
apuntas anécdotas sobre bailes y encuentros culturales de mediados del siglo
20, incluso con visitas periódicas de Tarragó Ros. Dicen que María Grande
Segundo es “un país”, pero con muchos desterrados.
Hay
bromas sobre la comunicación, sin tecnologías, y se preguntan cómo se enteraban
las familias de los bailes y recitales.
Una
profesora acota: pero volver al campo es difícil.
Para
los chicos del campo, hoy la escuela es el lugar de encuentro con otros chicos.
No hay clubes cercanos, las distancias son largas. Las familias se llaman
“vecinos” aunque estés a mil metros del otro, tan distinto a la ciudad donde a
veces uno no conoce al de al lado.
Unos
chicos les preguntaban hace unos días: ¿otra vez van a hace paro? En la ciudad,
un paro suele ser festejado por los alumnos.
Destacaron
el esfuerzo de peones rurales para acercar a sus hijos a la escuela. El papá
que llevaba a sus hijos a caballo y así cruzaba el arroyo Burgos crecido, y del
otro lado los esperaba la traffic.
A
veces los deja la traffic y caminan luego una hora para llegar a sus casas.
Dijo
una profesora: donde yo vivía con mis padres había unas 15 casas, y hoy quedan
tres.
Comentaron
que un grupo de hacheros que vivía en una estancia fue desalojado cuando esa
estancia se vendió. Hoy esas familias viven de la asistencia en un terreno
fiscal.
Hicieron
casitas tipo monoambiente. Allí se encuentran incluso familias de pueblos
originarios y están “muy mal” en la zona de Alcaraz. Las casas no tienen
aberturas, y les añaden extensiones de silo bolsa. Todo muy precario, con
letrinas.
Dijo
una profesora: “cuando los visitamos en una misión, a los chicos los vimos
felices. Corrían, se reían, jugaban con las cabras. Descalzos y sucios pero
felices. Nos decían que si te internás más en el monte hay otras casas así. Van
a la escuela que está cerca, allí tienen un comedor”.
Una
profesora reconoció que algunos de esos chicos recibieron maltrato en la
escuela primaria. Discriminación y maltrato, incluso físico.
Comentaron
que esas familias podrían hacer huertas, tener gallinas, cerdos, pero carecen
de recursos y espacio. Incluso en la estancia no eran dueños de nada.
Una
profesora contó que un día fue a buscar a un alumno a la casa porque no
asistía: cuando vi dónde vivía, casi lloro. Silo bolsa, sin cama, nada. Sin
luz, sin heladera, sin agua corriente, con el padre alcohólico… y el chico
llegó a sexto año del secundario con promedio 9, fue abanderado.
Los
chicos cuentan que cazan jabalí para comer. En la casa, varios perros con ese
fin.
Sobre
el origen de los alimentos que los mismos profesores consumen: casi todo de
afuera, incluso las papas, el tomate, las frutas. Algunos chicos tienen
producción para el auto consumo. A veces los docentes les compran huevos.
Las
familias son solidarias. Cuando se realizan reuniones para juntar fondos, el
que tiene animales dona.
Una
docente puso de relieve la diferencia (que entendimos, de oportunidades) entre
el que es miembro de una familia de propietarios y el indigente.
Respecto
de la contaminación: lo que más se nota es la fumigación. Hemos visto que
limpian los mosquitos en el arroyo. De tanto en tanto se ven peces muertos.
Mis
hijos iban a pescar, pero hoy no quedan peces, y no es seguro tampoco.
En
Hasenkamp hay quejas contra las cerealeras que largan un polvillo. Sería la
causa de muchas alergias.
Los
docentes también hablaron de cáncer, pero no abundaron en ello.
También
apuntaron contra los minibasurales en arroyos y caminos, con plásticos,
bidones, e hicieron hincapié en el desmonte.
Esos
chañares de antes ya no se ven, dijo una profesora.
Lo
que era monte tupido, hoy es soja.
Reconocieron
que algunos papás no están dispuestos a discutir el problema de los agrotóxicos
o las cerealeras, a veces porque son empleados.
A
la pregunta 5 sobre el trabajo rural.: a mis hijos los veo muy urbanos. Desde
que falleció mi papá dicen que vendamos (el predio que recibieron por
herencia).
Los
docentes vuelven sobre el tema de las taperas. Hablan de un lugar cerca de El
Pingo donde había tres taperas, dos de ellas ya destruidas. La que quedó tiene un
molino que sigue sacando agua pero el señor que lo compró no tiene animales,
usa la superficie para cultivar soja, y tiró abajo una casa hermosa.
Una
profesora recerda palabras de un abuelo: mientras yo viva nadie toca ese monte,
dijo.
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7-LARROQUE
21 DE JUNIO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché
Escucha
Alumnos
del último curso de la Escuela Secundaria de Adultos (ESA), con orientación en
Ciencias Naturales en Larroque.
Nos
encontramos con un grupo de unas 20 personas entre jóvenes (18 años) hasta
adultos jefes de familia con hijos en la escuela secundaria, algunos de ellos
originarios de otras regiones entrerrianas e incluso de la Patagonia Argentina.
Obreros muchos de ellos, otros hijos de obreros. Un tercio de ellos
relacionados directamente con el campo. Algunos vivían y trabajaban en el campo
hasta hace muy poco tiempo y unos pocos aún siguen trabajando allí aunque vivan
en el pueblo. Unos pocos asistentes no participan activamente del diálogo que
se hace fluido, animado y por momentos caótico aunque con mucho humor.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
En general manifiestan mucho conocimiento sobre el
trabajo del campo, sobre la producción de alimentos y sus procesos de
almacenamiento, conservación y transformación, así como también el uso
medicinal e incluso sobre las relaciones comunitarias, vecinales o asociaciones
económicas tradicionales.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
“Nadie quiere vivir en el campo”; “queremos lo más
fácil y cómodo”; “Vivimos un mundo materialista, cómodo y consumista”;
“teníamos animales, ovejas, caballos, pollos, ahora se arrendó para soja”… son
algunas de las expresiones textuales que logramos anotar. “En el campo donde yo
ando se patean los tarros de glifosato (SIC) por donde camines”; “Sembramos en
campos pelados”. Dicen que el trabajo de campo es esclavo en referencia a los
horarios extendidos, la falta de feriados, las responsabilidades no terminan
nunca. Trabaja toda la familia para un mismo ingreso económico; el pueblo
permite que el hombre y la mujer y aún los hijos mayores tengan su empleo, cada
uno con su salario. (Al comentario de un compañero sobre que él podría trabajar
en el campo, otro, que ya lo ha hecho, le responde con humor: “yo tengo una
pala, te la presto, no me la devuelvas”)
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Son numerosos los que comentan haber trabajado
alguna huerta, un almácigo o al menos algunas macetas con plantas aromáticas.
Recuerdan que en el campo trabajaba la familia, se ayudaban los vecinos, se
hacían dulces y conservas para aprovechar la producción sobrante; alguno
menciona el entrojado de papas o batatas o limones, con paja o con papeles; las
carneadas en grupos de familias o vecinos para elaboración de chacinados y su
preparación para que duraran en buen estado casi todo el año, etc. En Rio Negro
(comenta una señora) nos juntábamos varias familias para comprar al por mayor
frutas de descartes y nos reuníamos para fabricar dulces y conservas para todos.
Son conscientes de que ese trabajo ya prácticamente no se hace, que compramos
productos que recorren miles de kilómetros que se seleccionan y preparan
especialmente para la vista, que se maduran a la fuerza y han perdido hasta el
sabor, que se traen desde el Mercado Central de Buenos Aires o de Rosario ya que
Entre Ríos no lo tiene.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
Aquí se concentraron exclusivamente en el uso de
químicos, con un vivo debate entre algunos que los usan y defienden su uso y
otros que los consideran entre las peores cosas que le ha pasado al campo en
los últimos años y algunos que incluso manifiestan haber sufrido los efectos
con deterioro para su salud. “antes salían del pueblo al campo a buscar aire
puro, ahora nos venimos del campo al pueblo para que no nos envenenen”.
También se hace referencia a cierta falta de controles que permite la
comercialización de productos con tóxicos, carnes de animales enfermos o
recientemente vacunados o llenos de antibióticos u hormonas.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
En parte este tema ya fue comentado más arriba; sin
embargo ante una pregunta directa al respecto, muchos opinan que sí, que habría
gente dispuesta a trabajar la tierra aunque nos llama la atención que casi
todos esperan alguna especia de ayuda gubernamental para hacerlo.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
Aquí hay opiniones dispares: desde quienes dicen
que se puede tener perejil en una maceta, que no se necesita nada, otros que en cualquier
pedacito de 2m por 2m se puede plantar lechuga, hasta quienes entienden que
para vivir de ese “laburo” habría que tener más de 1 ha. Algunos incluso se
muestran dispuestos a dedicarse a ello siempre que se reúnan algunas
condiciones que van desde contratos de compra del Estado, provisión de semillas
y herramientas, hasta garantías de ganancias económicas.
La mayoría coincide en que sería necesaria la
formación de grupos de intercambio, de trabajo o cooperativas de
comercialización de los productos. “Uno solo sería imposible” y aun así muchos
opinan que es imposible competir con las grandes empresas o cadenas
comerciales.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o
sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo,
gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles,
trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Están contestadas entre las anteriores)
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8-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y
buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del
secundario) de Colegio público de administración privada con orientación en
Economía y Administración en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de casi 20 jóvenes de
entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente bastante participativo. Un
porcentaje no precisado pero que estimamos en algo menos del 50% proveniente de
familias campesinas.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Manifiestan conocer bastante, por sus padres o
abuelos, o por haberlo hecho, algunos más inclinados a la producción ganadera,
manejan cifras sobre hacienda, pasturas, hectáreas etc., otros más hacia lo
agrícola, saben sobre la soja, el trigo y el maíz; uno participa con su familia
de la producción de miel, otra ha tenido oportunidad de elaborar quesos.
Muchos hablan de la conservación de carnes en el
freezer, pero hay quienes saben cómo conservar limones entre papeles, o papas
en un pozo, o frutas en dulces, pasas o mermeladas, tomates en conservas o
salsas
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
Aunque más escuetos en este punto, la mayoría
parece coincidir en que el pueblo ofrece mejores posibilidades en cuanto a
escuelas, médicos, caminos, servicios y por lo tanto resulta muchos más
atractivo para vivir.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
“Comemos todo de afuera, todo modificado”, “Comés
tomate y no es tomate”, “Aun teniendo el árbol de mandarinas vas a la frutería
y las comprás”. Estas son algunas frases textuales con las que la mayoría
coincide en ver a la sociedad como muy cómoda, mercantilizada y desinteresada
de los sistemas de producción así como de la calidad de los alimentos que
consume. Algunos opinan que la gente ve con mejores ojos, como si fueran
mejores los productos que vienen de afuera, ya sea de otra provincia o
importados. “Se produce en el ‘interior’, se lleva a Bs.As., se modifica, se
sube el precio y después vuelve a las provincias” expresa uno de los
participantes y los demás acuerdan.
Repreguntados si saben de algún producto que sea más local, reconocen que sí,
que consumen leche de la zona, queso “de campo”, miel “de acá”, nueces, estevia
y otros d la propia casa, como poleo, burrito, cedrón, laurel, menta, perejil,
orégano, carqueja, palta, limones, etc.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
Aquí se exponen como muy relacionadas varias
cuestiones ambientales y sociales: la basura, las papeleras uruguayas, las
fumigaciones en el campo y en el pueblo, el olor “insoportable” del frigorífico
de aves y de las chancherías cercanas, la contaminación (SIC), la falta de
organización territorial con la consiguiente pérdida de las zonas de chacras;
el uso excesivo del automóvil particular, la ruptura social, la intolerancia,
la agresividad, las posturas irreductibles… “la sociedad no acepta que estés en
el ‘medio’”, el afán por imponerse al otro, el menosprecio de las minorías, las
ideologías de moda.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
“Yo voy, de cabeza” expresa uno de los participantes,
los demás tienen más dudas, algunos piensan que podría ser si se empezara de a
poco “hasta darnos cuenta de que esto anda”; si se armaran grupos de trabajo o
de intercambio. Algunos hablan de estudios de mercado, análisis de demanda,
prever si la gente iría a comprar lo que uno produce.
Piensan en terrenos de una hectárea, otros un poco
más para tener algunos animales, un pozo de agua, herramientas acordes al amaño
de la producción pero que “revolviendo en los campos encontrás herramientas
viejas para adaptar” o “podés modificar un cuatriciclo”; abono, o ponerse a
hacer compostaje, conseguir la materia orgánica, recolectar ‘bosta’, o hacer
convenios con la Planta de Reciclado, por ejemplo, para que la provean, o con
los productores avícolas para la cama de pollo; planificar los ciclos;
intercambiar los cultivos; asesoramiento familiar.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para
arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener
vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
Están tratadas en las anteriores.
Las últimas preguntas no llegaron a abordarse.
9-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y
buen convivir.
Mingaché Escucha
Un grupo de mujeres mayores
integrantes de la comisión de la Liga de Madres de Familia en Larroque, con
muchas ganas de contarnos cosas, de recordar historias y anécdotas, lo que
generó que el encuentro fuera distendido y ameno pero a la vez de difícil
registro de lo conversado.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
“Antes vivíamos en el campo, uno iba a trabajar la
tierra y los hijos iban detrás” se dice como algo lógico o natural, sin
conflicto; se cocinaba siempre, se compraba poco, se producía la leche, la
miel, los huevos, la carne: aves, ovejas, vacas y animales de caza, muchas
frutas, verduras y hortalizas, se faenaba en casa, con ayuda de los vecinos, se
fabricaban salames, chorizos y otros tipos de embutidos, se preparaban para
conservarlos todo el año, se hacían dulces y conservas, quesos, con recetas
heredadas o intercambiadas, (aquí se extiende el diálogo en varias recetas
antiguas sobre pucheros, dulces, conservas, gallinas rellenas, etc.) se vendía
el excedente, “Ahora vos vas a la
verdulería y tenés de todo” es la lacónica frase que cierra estos comentarios,
pero alguien agrega “y en las huertas y viveros trabajan bolivianos”,
confirmando para sí misma y para la aprobación tácita de las demás asistentes
de que “hemos perdido la cultura del trabajo”. Queda flotando la pregunta ¿Cómo
la recuperamos?
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
El “modernismo”, el ritmo de vida, el estudio de
los chicos, hace que los chicos no vayan a la huerta. Lo que se ganaba en el
campo no alcanzaba para todos los que vivían allí, al agrandarse la familia se
hacía necesario conseguir más campo, lo que se fue haciendo imposible, entonces
“tuvimos que salir a buscar otros rumbos” otras fuentes de ingreso familiar.
Además, se menciona el estado de los caminos, lo lejano o difícil que era ir al
médico, la falta de servicios que en el pueblo eran básicos como electricidad y
teléfono. La concurrencia a las escuelas: recuerdan que antes muchas tenían
chicos internados para evitar los largos viajes diarios y esos internados
desaparecieron o se hicieron muy caros. Consideran que, en comparación con la
vida actual, el trabajo del campo era un sacrificio, una esclavitud, que los
chicos de hoy no la quieren tener. “A mí y mis hermanas (3 mujeres) nos tocaba
de chicas ir al almacén o a la escuela en sulky[1], 5 km,
abrir 8 tranqueras para salir delos campos, de pollera porque ‘las mujeres no
usaban pantalones’, ¿quién va a querer hacer eso de nuevo?”.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
Aquí ven también muchos cambios “antes se hacía
casi todo en la casa” ahora “conseguimos todo hecho”, Creen que de algún modo
se ha perdido o transformado la “cultura del trabajo”. Cuando en el devenir del
diálogo se advierte que la gente ahora trabaja y mucho, más de 8 hs. diarias
para poder vivir, entonces todas acuerdan en que se refieren al trabajo
sacrificado en el que todo “dependía de vos”… “¿Quién sale en carro del campo?”
se preguntan… “Ahora todos queremos la camioneta”. Dan a entender que, en un
empleo, al terminar el horario de trabajo, el trabajador, generalmente, de
desentiende de su trabajo; en el campo en cambio, había épocas del año en que
se trabajaba poco, pero nunca dejabas de estar atento a todo, “si a las tres de
la mañana escuchabas que ladraban los perros salías a ver qué pasaba”
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
Acuerdan en que parece haberse hecho más difícil la
producción natural: las semillas no sirven, el agua es mala, las plagas atacan
con facilidad, se usa todo tipo de venenos. “De nosotros a nuestros nietos hay
un abismo” es la frase que parece resumir las diferencias que ven entre las
formas de producción actuales y las de hace unos 50 o 60 años. Si no vivís en el lugar, comentan,
con ejemplos de anécdotas concretas, “los perros vagabundos te comen las
ovejas”, “los loros te comen las frutas”, “los zorros te comen las gallinas”, y
siguen…
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
No todas pero varias de las mujeres presentes piensan que sí es posible; lo ven como necesario y como un desafío que
“habría que intentar”. La mayoría acuerda en que no se vive de una huerta, pero
se podría integrar con otras actividades
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para
arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener
vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Ya está tratada antes
8-¿Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
Aquí más que nada recuerdan que hace muchos años
(se estiman en casi 60 años atrás) ya hubo en Larroque mercado de frutos tipo
ferias semanales “en calle Urquiza” “bajo unos techitos construidos por el
municipio”. Hace unos años se volvió a intentar, incluso con elaboraciones de
dulces y conservas y manualidades, pero no duró mucho. Lo ven como positivo
pero piensan que la mayoría de la gente prefiere ir a la verdulería o frutería
donde consigue variedad durante todo el año.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o
sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo,
gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles,
trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
Estas preguntas están tratadas a medias en las
anteriores y lo que falta no apareció en el diálogo
-0-0-0-
10-CERRITO
JUEVES 28 DE JUNIO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Centro Cultural de Cerrito.
Encuesta realizada a seis docentes de escuelas
rurales.
Los
docentes dan clases en Colonia Crespo, Cerrito, Colonia San Martín y cercanías
de Hernandarias…
Las
maestras consultadas mostraron conocimientos de actividades rurales. Algunas
tienen huertas propias y promueven ese rubro en las escuelas. El trabajo
asociativo, comunitario: difícil. A veces por falta de tiempo y a veces por
falta de espacio, los proyectos de huertas en las escuelas quedan truncos.
A
la primera pregunta sobre los conocimientos, una docente que vive en Colonia
Rivadavia y trabaja en una escuela rural de Colonia Crespo se mostró en su
salsa. “Siempre viví en el campo, conozco las actividades por mis padres y por
mi marido, tanto ganadería como agricultura… Los alimentos de mi casa salen de
la huerta propia, lo mismo huevos, leche, carne, son de nuestra casa”.
“El
año pasado implementamos una huerta en la escuela. A los chicos les encanta,
traen sus experiencias, y los alimentos son consumidos en la escuela”.
“También
conozco algo de yuyos medicinales, lo que me han transmitido mis padres, mis
suegros. Mi marido habla mucho del cuidado de la tierra y eso le transmitimos a
nuestros hijos (lo dijo con emoción): el amor al campo con la ilusión de que ellos
sigan, no sé si lo vamos a lograr”.
“La
huerta escolar tiene un proyecto institucional pero este año no pudimos
seguirla. Tuvimos colaboración para cercar el predio, es un lindo espacio, una
cocinera que es mamá de alumnos aportó un tejido por ejemplo. Después se nos
fue pasando el tiempo, pero pienso que en este semestre vamos a volver. Tuvimos
mucho trabajo y las hormigas nos devoraron todo”.
“A
los chicos les gusta mucho, cosechan zapallitos, hacen unas tartas de
zapallito”.
Otra
maestra agregó: “algunos chicos que venían de Paraná no sabían lo que era una
huerta, de dónde salían los alimentos. ‘Seño, de abajo de unas hojas sale tal
fruta… comé tranquila’, decían, y ellos comían con orgullo porque era su propia
cosecha”.
Una
tercera maestra comentó que da clases en un jardín de infantes en colonia San
Martín, camino a Curtiembre. “La mamá de un nenito de jardín me preguntó si
quería comprar calabazas y zapallos. Empecé a preguntarle, el nene de 4 me
contó en su media lengua cómo plantar, cómo cuidar, me dio cátedra. En el
jardín les apasiona, son investigadores natos. Buscamos insectos, conocemos,
los bichitos bolita…”.
“Son
chicos que viven en campos heredados, con sus padres y abuelos. Antes eran
ladrilleros, ahora tienen huerta orgánica. Otro nene es hijo de peones
tamberos. Él sabe de vacas, pero no toma leche”.
“Surgió
un proyecto, el director lo aprobó, vamos a hacer minihuertas en cajones de
manzana, todo pequeño, con nylon y vidrio para que vean el crecimiento de las
plantas”.
Una
cuarta maestra: “tengo mi huerta en casa. Mi hijo de 17 años se entusiasma,
quiere hacer huerta, él va a la escuela con orientación en conservación del
suelo. En Aldea Santa María se hace cada año la fiesta dela conservación del
suelo”.
BIODIGESTORES
Una
maestra resaltó el entusiasmo de los alumnos que plantaron un árbol en su
escuela con motivo del Centenario de la institución. “Lo cuidan, lo riegan, el
árbol es de ellos”.
Luego,
todas resaltaron la gestión del biogás en Cerrito, como un aporte
extraordinario al cuidado del ambiente. Cerrito es la capital provincial del
biogás y cuenta con tres biodigestores.
Usan
esa energía para la cocina en la escuela y la iluminación, a través de un motor
que funciona con biogás.
Hay
programa para hacer una piscina climatizada. Todo lo orgánico de la ciudad es
recolectado por camiones y con eso se proveen los biodigestores.
En
Cerrito lograron la clasificación en origen. “El basurero te abrochaba en la
bolsa una notita, y te dejaba la bolsa. ‘Sr. Vecino, no clasificó bien la basura’.
Y se hizo concientización en las escuelas, los chicos hablaban del tema”.
Otra
docente que trabaja en Colonia Avellaneda se mostró más “urbana” que sus
compañeras., “Yo compro en el súper”.
“Hicimos
una experiencia en la escuela, pero con muy poco espacio. Entonces sólo
plantamos acelga, pero quedaron chochos. Tenemos mucho cemento por todos lados,
el espacio verde tiene 5 x 5. Pero es distinto, cuando están afuera se sienten
protagonistas”.
Otra
maestra aportó: “leer un cuento abajo del árbol es lo más lindo. Si el pájaro
interrumpe no importa, los chicos sienten placer”. Señaló así la diferencia con
la educación dentro de cuatro paredes.
Las
dificultades de algunos docentes radican en la falta de un terreno apropiado, a
pesar de que existen muchos espacios desocupados (especulación inmobiliaria).
En un caso, una maestra contó que la directora intentó disuadirlos. “ni se te
ocurra, el seguro no cubre un accidente que un alumno puede tener con la pala
en la huerta”.
Señaló
que pese a la buena voluntad de docentes y alumnos, no se consiguen terrenos.
Otro
ejemplo: en una clase hicieron macetas y los alumnos las llevaban a casa. En
principio pensaron que la idea podía caer mal a los padres, pero al contrario,
“las madres se mostraron muy contentas. Y algunas decían: ‘ay, si en casa
tuviéramos un lugar!’, pero no tienen”.
Algunas
maestras explicaron que la forma de trabajo no deja tiempo para actividades
extras. “Vienen con propuestas pero no
podés llevarlas a cabo por falta de tiempo y presupuestos. Estuvimos seis años
para arreglar un tanque de agua… Las escuelas no están bien, incluso las que
fueron construidas en estos años, recién inauguradas”. Dieron varios ejemplos.
“Con
los problemas de los edificios y los papeles que tenés que cumplir, hay días
que no te acordás ni cómo te llamás.
Papeles, burocracia, planillas,
el docente termina el día agotado. Por eso muchos proyectos quedan en veremos”.
Una
maestra subrayó los conocimientos de los chicos del campo. En un viaje,
mostraban las diferencias de unos animales con los que había en su entorno, los
colores, el tamaño… Comentaron de un caso de un niño de la ciudad que había
preguntado con su mamá si los molinos eran ventiladores…
A
la segunda pregunta de nuestro cuestionario sobre el éxodo, todas respondieron
que es una constante en su zona, y que hay escuelas sin alumnos.
Apuntaron
que hay lugares que antes tenían una dinámica y hoy queda un par de casas
habitadas, el resto: taperas.
También
señalaron que algunas familias están instaladas a los costados de las banquinas
en casas precarias. En algunos casos son casas viejas recuperadas, pero sin
baño interno, con agua potable que toman de la escuela, y en otros casos con
agua de pozo (balde y cuerda).
“Donde
yo vivía éramos unas cuarenta familias,
ahora hay tres. Tenían poco campo, se murieron los padres y vendieron o
arriendan”. El éxodo es marcado.
Otro
caso: en la zona de Colonia Rivadavia, éramos diez vecinos, ahora quedan dos.
En
algunos lados han hecho viviendas del IAPV en terrenos pequeños. Donde las
familias no pueden tener granja.
En
Cerrito está prohibido tener animales domésticos, de granja. Algunos, igual,
crían unas pocas gallinas.
“Cerca
de Curtiembre vivíamos 12 familias. Para 2015 se vendió todo. Queda sólo una familia pero no vive ahí, va
dos veces por semana”, contó una maestra. La relación es de 12 a cero.
La
zona era una buena cuenca lechera, ahora quedan solamente tambos grandes.
A
la pregunta 4 sobre contaminación, una maestra respondió que en su familia defienden
las buenas prácticas con las sustancias químicas del agro, y están seguros de
que si se cuidan, los productos no son peligrosos. Pero admiten que los propios
campesinos no tienen cuidado, y muchos no saben qué hacer con los bidones de
químicos,
Otra
maestra contó que salió con los chicos a buscar basura, y bajo una arboleda
encontraron bidones amontonados.
En
Hernandarias existe un frigorífico que quedó dentro del casco urbano y despide
olores irrespirables. Los docentes también señalaron arroyos contaminados donde
ya no se puede pescar.
Sobre
la pregunta 5, referida al trabajo futuro de los chicos, las maestras
apuntaron: para algunos, la única salida es hacer la huerta. Donde nosotras
trabajamos, los chicos que van al secundario están interesados en el campo. Si
hay un título, que sea sobre el campo. De todos modos, de cada diez chicos, uno
puede llegar a la universidad.
Dijo
otra maestra: en mi escuela hay hijos de pequeños productores que les inculcan
el estudio porque piensan que en el campo no se van a poder quedar. Algunos ven
la posibilidad del magisterio. Y si
siguen la universidad, será veterinaria o agronomía…
El
hijo de una cocinera se cansó de trabajar en negro en un tambo y decidió entrar
en la escuela de agente de policía en Villaguay.
Respecto
de la pregunta 8, sobre emprendimientos comunitarios. “Cada uno en su mundo. A
mí me encanta trabajar en grupo pero en muchos casos hay resistencia, prima el
individualismo. Se habla de proyectos hermosos, pero si hay que dedicar tiempo,
ya no”.
Otra
maestra dijo en cambio que en su escuela, gracias a la buena disposición de la
directora, pueden trabajar en equipo. En su casa ve comportamientos distintos,
unos más dispuestos, y otros más individualistas. Sin embargo, esos más reacios han constatado
que con reuniones y encuentros lograron por ejemplo mejorar los caminos
rurales, ya que de lo contrario quedan aislados.
Las
maestras reconocieron que en tiempos de lluvia se cortan las clases porque los
caminos son intransitables. Es que tanto docentes como alumnos tienen que hacer
muchos kilómetros por caminos sin mejoras. Una docente reconoce que en algunos
casos hace cinco kilómetros con botas, caminando, para asistir. Y lo puede
hacer porque no hay problemas de seguridad. “Nosotros dormimos con las ventajas
abiertas, con las bicicletas afuera”.
Sobre
la pregunta 9, la relación entre la vida urbana y rural. “Yo soy nacida y
criada acá en Cerrito, pero después de conocer cinco escuelas rurales amo el
campo, si tengo que vivir en el campo me voy”.
“En
la ciudad tenía una vecina que llamaba a la policía porque, para mejorar el
sueldo docente, yo cosía a la noche, entonces a ella le molestaba el ruido de
la máquina de coser”, se quejó con una sonrisa otra maestra.
Otra:
“tengo casa en el barrio pero no me gusta, me vengo al campo. Ahí tengo
pollitos bebé, huerta, jardín… Lo hago como parte de mi vida, el sueldo docente
no alcanza”.
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11-VILLA
URQUIZA 27 DE JULIO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador
– Villa Urquiza
Primer grupo
Participan cuatro
estudiantes de Villa Urquiza, La Balsa y Paraná, y una docente oriunda del
departamento Villaguay.
Los entrevistados coinciden en que la mayoría ha
tenido contacto con actividades rurales por vía de sus padres y abuelos, y en
que hay una tendencia manifiesta a abandonar esas tareas y dedicarse a trabajos
más urbanos. Notable la participación, la preocupación manifestada por los
jóvenes en torno de su futuro. En las expresiones sobresale un conocimiento
directo o indirecto de la chacra mixta pero, con un par de excepciones, todo
indica que seguirán en oficios urbanos y con pocas chances para incorporar aquellos
otros conocimientos generalmente por falta de espacio. Algo similar escuchamos
en una segunda entrevista en otro curso del mismo establecimiento.
Pregunta 1) Vivir bien y buen convivir
- Soy de familia campesina y aprendo en el campo;
mi padre trabajó en tambo con gente de afuera; era peón. Yo trabajo ahora en la
municipalidad de Villa Urquiza. Mis padres no tienen tierras, los tambos
en que trabajaron ya no existen. Eran tambos chicos, de alrededor de 25 vacas
en ordeñe, y cerraron. Mi padre se fue antes del cierre anunciado.
- Trabajo en el campo con mi abuelo, doy de comer a
los animales. Mi padre dejó la escuela para trabajar en ganadería y agricultura
en el campo de la familia, que tenía entre 5 y 20 vacas. Hacían tambo,
engorde y cría. También trabajó en una estancia grande, que tendría unos
600 animales. Mi abuelo trabajó en su campo y tiene una distribuidora. Mi
padre es albañil y mi madre, ordenanza. De vez en cuando voy a ayudar al
abuelo. En Villa Urquiza tengo un bar y ocasionalmente trabajo en el
campo.
- Soy de Paraná y ahora vivo y estudio en
Villa Urquiza. Mi familia vive en el barrio Pancho Ramírez (Entre el
Antoñico y el parque Urquiza). Conozco el campo, pero nunca trabajé en él; no
tengo oficio campesino.
- (La única alumna mujer del grupo). Nació y vive
en La Balsa, cerca de Villa Urquiza junto al arroyo Las Conchas. Con 23
años, tiene dos hijos pequeños. Trabajó en el tambo y en la huerta, cuidando
chivos y cerdos. Ahora estudia en Villa Urquiza.
- (Una docente). Su padre trabajaba en una estancia
grande en el departamento Villaguay. Ella tiene un hermano actualmente empleado
de la misma estancia, y otro hermano ingeniero agrónomo. Los dueños
actuales de la estancia son franceses. Antes fueron suizos y antes, cordobeses.
De chica ella se fue del campo a vivir en Paraná y no volvió al campo sino de
visita.
Pregunta 2) Exodo rural en la zona.
- El éxodo se nota, hay taperas cerca de
Villa Urquiza. Los moradores de esas viviendas dejaron la agricultura y
las abandonaron. Los propietarios arriendan los campos y se van, algunos a
Paraná. Sus compañeros de infancia están ahora algunos en Villa Urquiza
y otros en Paraná porque no había aquí lo que querían.
- El que tiene capital se queda, el que no tiene
-por herencia del padre o del abuelo- se debe ir. Casi todos mis compañeros se
fueron. Una compañera se fue a Rosario y no volvió.
- No tengo idea (del éxodo) Yo vuelvo a veces al
Pancho Ramírez, en Paraná. Está igual, pero más poblado.
- En La Balsa hay más gente que antes, es toda
gente humilde que han hecho sus casas donde pudieron, al borde del
camino. Hay taperas. Cuando niña tenía seis compañeros de escuela, todos siguen
en La Balsa.
- (La docente). En Villaguay se nota el éxodo
rural. En la escuela primaria en el distrito Raíces Oeste había 30 compañeros;
ahora la mitad. De sus compañeros quedó uno solo en Raíces Oeste. Han traído
correntinos a la zona, pero no se afincan. Los adolescentes estudian en
Villaguay y luego se van. Los primos de ella están ahora en Buenos Aires, Rosario,
Santa Fe o Córdoba.
Pregunta 3) Participación comunitaria en la
producción
- Antes se comían tomates, lechuga y acelga de la
huerta, también se criaban pollos. Hoy hay que comprarlos en el supermercado.
El avance de la Villa quita espacio para huerta, que actualmente no tiene,
aunque no carece de conocimientos para cultivarla.
- Todo se compra en el supermercado. Antes criaba
pollos, pero no rendía por los costos del alimento. Podría hacer una huerta
pero no la tiene. Los tomates no se producen en la Villa.
- La joven de La Balsa. Vive como antes. Si tiene
que matar una gallina, lo hace.
- El tomate se compra en los negocios
- (Docente) No tiene huerta, pero está en
proceso. El padre tiene huerta en Villaguay, y el hermano campesino
también, más abundante. En Villa Urquiza, todo se compra en el
supermercado.
Pregunta 4) Contaminación del ambiente
- La zona rural está contaminada por desmonte para
soja y siembra: el desmonte continúa. Los que arriendan los campos los
desmontan, no dejan nada.
- En La Balsa tengo que hacer entrar a la casa a
mis hijos cada vez que vienen fumigando. El arroyo (Las Conchas) está
contaminado. El arroyo Las Tunas, que recoge las cloacas de Paraná y San Benito,
desemboca acá.
- El basural municipal de Villa Urquiza es a
cielo abierto. Arrojan basura y la queman. Los pobres (marginales) van a
buscar algo útil ahí. Yo les robé una docena de huevos a mis padres para
entregarlos a una mujer que con sus siete hijos estaba revolviendo la
basura, para que se llevara algo.
- Acá hay contaminación, como en el Pancho Ramírez
de Paraná. Allá tiran la basura en el arroyo Antoñico. Hicieron un alambrado,
pero la situación no cambió.
- (Docente) Mi cuñada se encierra con mis sobrinos
cuando fumigan. Mi hermano, cuando vuelve de fumigar, se baña y no deja
que sus hijos lo toquen.
Otra profesora que se suma: Está muriendo gente
joven que trabaja en el campo. Hay embarazos que no llegan a término y
problemas respiratorios. Ayer murió un bebé de seis meses. El agua
que bebemos está contaminada porque los pozos negros contaminan la napa
Pregunta 5) Trabajo con el suelo
- (Docente) No hay condiciones para que el campo
interese a los jóvenes. Mi sobrino termina la primaria pero no hay
oferta laboral para él. Su padre estudió en la escuela agrotécnica, pero el
chico no quiere. La mayoría se va del campo porque no hay nuevos puestos de
trabajo. Se necesita capital para producir. Pocos chicos se siguen formando
para trabajar en el campo, todos quieren salidas rápidas.
- No hay incentivación. Se perdieron los
vínculos con el campo. La familia no incentiva a trabajar en el campo. En Villa
Urquiza no hay hospital; hay gente en Colonia Celina (en el ejido
municipal de Villa Urquiza, pero a varios kilómetros) que vive sin
servicios; pero esa gente no se va, se resiste a morir en los geriátricos. Yo
no me voy a vivir al ruido de Paraná.
- A mis hijos en La Balsa les gusta el campo, pero
cuando crezcan no sé. Ahora juegan con los animales, luego decidirán. Toda mi
familia es campesina.
- Los chicos del barrio (Pancho Ramírez de
Paraná) no prevén el futuro, viven el presente. Son albañiles, trapitos o están
"en la fácil". Pero tomarían una alternativa si se la
ofrecieran, salvo los que ya tomaron otro camino.
Pregunta 6 Huertas familiares
- La cuestión son los precios. Acá se siembran
sandías, zapallos y batatas; pero la gente no compra la producción local, sino
va a comprar las sandias locales en Paraná.
- Mi papá lleva su producción a El Charrúa (mercado
de abasto de Paraná). La gente del campo le compra.
- Acá hay una familia, los Peltzer, que desde
hace décadas siembran batatas, todo a mano. Son batatas muy diferentes de las
que se pueden conseguir en otras partes, mucho más grandes. Pero es un trabajo
penoso que los está matando, están hechos pedazos, el padre, la madre y
el hijo. Plantan a mano 6 hectáreas de batatas trabajando todos los días
desde las 6 de la mañana. Acá los chicos prefieren la play, no quieren romperse
el lomo.
Pregunta 7) Dónde les gustaría vivir
- Yo me quedo acá si tengo posibilidades, con una
actividad agropecuaria.
- No me gusta mucho el campo; pero lo prefiero a la
ciudad.
- Es indiferente. Viviría en el campo pero también
en la ciudad. Si hay posibilidades de capacitación, me quedo en el campo.
- No me gusta el campo, no agarro viaje. Quiero
ir a estudiar a la escuela de suboficiales "Sargento Cabral" en
Buenos Aires.
- (Docente) Me gustan las ciudades chicas. Vivo en
Colonia Avellaneda (lindante a Paraná)
Pregunta 8 Emprendimientos comunitarios
- Acá las actividades son individuales, no
asociativas.
- A la gente de La Balsa le gusta lo individual
- (Docente) Si se dan las posibilidades, habrá
cooperación. Si no, cada uno tira para su lado. Hemos sido educados en lo
individual y competitivo. Acá hubo cooperación (de amigos de una pareja) para
construir una casa
Pregunta 9 Vida en los barrios
En el Pancho Ramírez no hay oportunidades sino
discriminación. Lo veo en mi familia. Mi papá estuvo preso y tiene
tatuajes y le niegan trabajo. Creo que mi papá se hizo delincuente después de
que le mataron el padre.
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12-VILLA URQUIZA 27 DE JULIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador
– Villa Urquiza
Segundo grupo
Participa una decena de
estudiantes de ambos sexos, de Villa Urquiza, Colonia Celina, Ibicuy,
Basavilbaso y Hasenkamp.
Pregunta 1) Conocimiento del trabajo en chacras,
cría, labranza
-(Nativa de Holt Ibicuy) Aprendí el trabajo rural de
mi familia en Ibicuy; mis abuelos tenían huerta; pero mis padres
no, y yo tampoco. Conozco el trabajo pero no lo practico. Por falta de
lugar no tengo gallinas. Estoy en Villa Urquiza para terminar la secundaria.
-Mi padre criaba gallinas y chanchos en Villa
Urquiza. Mis abuelos murieron. Yo conozco el trabajo pero no lo hago. Mi abuela
abandonó la cría de gallinas porque había animales que se comían los pollos.
-Mi papá era panadero y trabajaba en el campo. Mamá
tenía huerta pero yo no. No puedo porque alquilo y no tengo lugar.
-El alimento de las gallinas es caro. Mi papá tenía
campo y criaba animales. Yo viví en el campo. La huerta no resulta por los
pájaros. Mi abuelo araba, pero el pueblo creció y se extendió sobre el
campo.
-Mi abuela de Diamante tenía huerta e incorporó
gallinas en corral, tenía siete. Yo trabajé en huerta en Diamante y
en Crespo, de donde somos.
- Yo viví en el campo. Hacíamos ganadería, chanchos
y gallinas.
Respuesta 7: Mis abuelos y mis padres son del
campo; tienen tambo. Papá trillaba y tenía huerta. Abandonó el campo y hoy es
mecánico en la Villa. Yo soy urbana.
- Soy de Basavilbaso. No me gusta la huerta. Soy
urbana pero hay huerta en mi casa y árboles frutales. Mi marido cosecha
lechuga, rabanitos, zanahorias. Mis abuelos abandonaron el campo y mi padre es
albañil.
Pregunta 2: Exodo rural
-El pueblo de Holt creció mucho y el campo está
abandonado, porque trabajaba con el puerto. Se fueron los habitantes de la
isla, de Mazaruca y de La Argentina. No me dan ganas de ir. El camino es de
arena y está arruinado; se inunda.
- Soy de Hasenkamp. Mis abuelos eran del
campo. Ahora viven allá los tíos. Se ha despoblado, los habitantes se
fueron a Güemes (localidad cercana a la ruta 8, entre Cerrito y
Hernandarias)
-En Colonia Celina hay taperas, eran casas
habitadas hace 50 años. Mi abuelo se vino a Villa Urquiza.
-Mi mamá es de Crespo. Mi familia se fue a la
ciudad. La gente quiere comodidad.
- Hay gente que se va a la ciudad por la
inseguridad.
En Basavilbaso la gente no vive en el campo.
Mucho trabajo se hace con máquinas.
-En Villa Urquiza ahora hay más gente. La gente se
fue hace 60 años y ahora vuelve en verano, cuando hay trabajo gracias al
turismo
Pregunta 3: Origen de
los alimentos
-Los alimentos se compran acá en negocios o a los
vecinos.
-Matamos animales y compramos. Compramos todo.
-Los Peltzer plantas batatas; papas no hay.
Pregunta 3: Contaminación
Respuestas (conversación general): No hay liebres
por abuso de los cazadores. Hay un basural a cielo abierto. Viene gente de
afuera a llevar cosas. Está delimitado.
En Mazaruca ya no hay árboles. Había trabajo en la
madera. Hay quejas por agroquímicos y denuncias de vecinos.
En Villa Urquiza una persona casi muere de
asfixia junto al colegio de las monjas. El tema de los químicos se comenta.
En Ibicuy hay una papelera y un feed lot que
provocan quejas.
Pregunta 4: Trabajo en relación con el suelo
Antes se podía vivir de eso. Ahora no hay tiempo
para gallinas y además hay que pagar servicios que antes no existían.
En el campo trabajan las máquinas, pero huertas se puede hacer. La gente se va del campo para estudiar y no trabajar tan duro.
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13-HERNANDARIAS VIERNES 3 DE AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Anfiteatro municipal Pitín Pérez de Hernandarias
Encuesta realizada a cuatro docentes de escuelas de la
ciudad y rurales, después de un encuentro sobre comunidad y biodiversidad. Los
docentes trabajan en Hernandarias. Antonio Tomás, Brugo, Paraná y La Piragua.
Pregunta
1 - Conocimientos
-Conozco
las actividades del campo por mi abuelo, toda la vida vivió en el campo, en la
zona de Ombú. Ahí íbamos con mis primos
los fines de semana y pasábamos las vacaciones. Luego lo vendió, lo compró un
señor de Buenos Aires. Tres de los nietos éramos los más fanáticos, con un
hermano y un primo.
De
los 17 nietos ninguno sigue en el campo. Hay un docente, un abogado, otros
estudian... Se dedican a actividades más
urbanas.
Mi
abuelo nos dejaba tener unos terneros.
Nos pegó el amor al campo. Más a los
nietos que a los hijos.
-De
chica íbamos a la casa de mis tíos, unos en Piedras Blancas, y otra cerca de
Pueblo Brugo. Hacían trabajos de huerta, granja, gallinas, cerdos. Ahora tenemos familias conocidas en La
Piragua, hacia Brugo. Aprendí el cuidado
de animales, hoy no tengo nada de eso. Tuve un gallinerito chico, ya no. Acá en
Hernandarias no nos dan los espacios. Ninguno de mis hermanos sigue con tareas
del campo. Mis hijas y mi hijo son bicheros, les encanta. En mi casa tenemos
duraznero, limonero, naranjos… Me encantaría tener una granjita, sería feliz,
pero el terreno no da. No tengo problema
en levantarme temprano, acostarme a las 12 de
la noche…
-Vine
de Buenos Aires, porque mi tío tenía campos hacia el norte. Nos enseñaba los
temas de la granja, cosechas, miel, vacas.
Luego vendió todo. Él era marítimo e invirtió en campos. Nosotros los
visitábamos en las vacaciones, y nos vinimos a vivir acá. En casa tengo gallinero,
lechuga, tomates. Una planta de mandarinas, una de quinotos. Y eso que el patio es chico, tengo 20 metros
de fondo. Todo eso lo mamé acá. El amor por el pueblo de mi padre, que era
marítimo. Hice el gallinerito para que mis hijos no pierdan eso, que lo
defiendan. Yo, de tener una oportunidad, volvería a esa vida, haría algo
paralelo o dejaría la docencia.
-Tengo
conocimientos básicos. De chicos hemos tenido amigos encargados de campo,
adonde íbamos de vacaciones unos días.
Aprendíamos a montar. Tengo
alguna idea sobre huerta pero no me gusta, me gusta andar a caballo, llevar
ganado. Lo nuestro era el arroyo. No estaba contaminado como hoy. Ya no podés
ir como antes.
Ha
cambiado la forma de tratar el campo, ahora hay máquinas, es menos accesible.
-En
las escuelas no se sale mucho hacia los espacios abiertos, es un compromiso,
por la seguridad, los seguros. Los docentes se ven muy limitados. Antes bastaba
una notita, “autorizo a mi hija a salir”, ahora hay que llenar planillas… No
estamos resguardados, si hay un problema viene el sumario. Es un problema a
nivel de los directivos y del Consejo de Educación.
Pregunta
2 - Éxodo
-Cada
vez hay menos gente. Quedan los viejos, están solitos y se los traen a la
ciudad. Quedan pocos productores pequeños
-Íbamos
a lo de una señora en la zona de Piedras Blancas, los hijos se fueron, quedó
sola, se marchó y la casa es una tapera.
-Los
campos de alrededor fueron comprados por corporaciones, empresas. Ya no son
campesinos.
-Una
conocida se vino de Piedras Blancas con los hermanos, y hace poco trajo al papá
que quedó solo. Tenían tambo, ahora ella trabaja acá y el marido también, son
comerciantes. A la casa la mantienen,
pero ya no trabajan, van de vez en cuando.
-Para
evitar el éxodo las escuelas tendrían que cambiar el paradigma, que se enseñe
sobre alimentos, sobre el trabajo con la tierra.
-Mi
suegra vivía en La Piragua con su familia.
Tenían gallinas, huerta, para el sustento. Se fueron a la ciudad por problemas de salud.
Y vendieron. Creo que compraron empresarios de afuera.
-En
la Piragua hay un tambo quesería que da trabajo. Otros pobladores son
cuidadores de estancia, los dueños son de afuera. Se ha ido perdiendo también
el peón rural, no se consigue gente que sepa trabajar. Algunos chicos van a la
escuela a caballo, llegan de muy lejos.
Son hijos de peones, otros de empleados de la quesería.
-Están
desapareciendo la población y las escuelas rurales. Sé de escuelas con 10
alumnos en total. Algunas están sostenidas por el docente que lleva las
criaturas.
Pregunta
3- Origen de los alimentos
-Compramos
en la verdulería, ni el tomate ni la papa son de acá.
-Hay
una señora de campo que viene de Brugo (otra dice Valle María, suponemos que
son distintas), y le compramos a ella. Viene dos veces por semana.
-Hemos
comido de casa, calabazas, morrones. A mi hijo le gusta porque conoce por el
abuelo. Busca en youtube para aprender sobre plantas. Está en 4to. de la
secundaria.
-Mi
nena va a la salita de cinco, los otros días saltó una semilla del limón y me
dijo que la llevaría al jardín para que la planten.
Pregunta
4- Contaminación del ambiente
-La
gente que visitamos en el campo tiene problemas con las avionetas que fumigan y
los corren a los tiros.
-Tenemos
problemas con las piletas de decantación, hay mucho olor, más que nada cuando llueve. La gente que vive cerca
sufre esa situación.
-También
viene olor de una empresa avícola, dan trabajo, pero los alimentos balanceados
largan mucho olor a sopa, o hueso o quemado.
-En
el arroyo Las Piedras ya no podés pescar.
No es como antes, se ve aceitoso.
-En
4to. Año hicimos un proyecto sobre contaminación ambiental. Pudimos apreciar
capas de grasa en Las Piedras. Bolsas, residuos.
-En
Hernandarias no tenemos separación de residuos en origen.
Pregunta
5 – Relación con el suelo
-Si
tuviera plata me compraría un campo y trabajaría ahí. Qué me lo impide, la economía.
-Lo
que pasa es que no se hace hincapié en eso (en la vida campesina), hay gente
que hace ladrillos o tiene colmenas y eso no se fomenta.
-Los
chicos de hoy tienen mayor conciencia. Uno los ve cuando cierran la canilla al
lavarse los dientes, por ejemplo. Se ha puesto de moda ser vegetarianos, y hay
más amor por los animales.
Pregunta
7 – donde les gustaría vivir
-Me
gustaría vivir más en el campo, pero cerca de la ciudad, con las comodidades.
Pregunta
8- disposición para lo comunitario
-Lo
colectivo sería lo ideal pero sinceramente hay mucho cinismo, mucho careta.
-De
por sí es difícil trabajar en grupo. Tanto en los chicos como en los docentes. Llegar a acuerdos es muy complejo.
-Cada
uno lleva agua para su molino.
-Con
mi vecina nos llevamos bien, compartimos plantas, comidas, y ella me ayudó
mucho con el parto. Mi vecina me cocinaba cuando tuve la nena.
-No
hay capacitación para el trabajo comunitario.
-En
el barrio se mantiene la familia, sos amigo con el vecino, en la gran ciudad
nadie conoce a nadie. A veces no te animás a que entre el otro.
Pregunta
10 – En qué rubro les gustaría trabajar.
-Consultados
sobre la posibilidad de recibir capacitación en rubros como la chacra, todos al
unísono respondieron en forma positiva.
-Habría
que incluir la obligatoriedad para los chicos, cambiar el diseño curricular.
Acá
hay contacto con lo rural, tenés caballos a media cuadra, los gallos te despiertan
a las 5,30 todos los días.
-En
Hernandarias los empleados están en el frigorífico, la docencia, y también hay
embarcados, jubilados, comerciantes que se están fundiendo con la llegada de
supermercados… (Los entrevistados enumeraron las actividades para mostrar que
no hay muchas oportunidades de trabajo, y valorar la salida por el lado del
trabajo de la tierra).
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14-EL
QUEBRACHO VIERNES 10 DE AGOSTO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Agrotécnica Paraje El Quebracho- El Quebracho-
Departamento La Paz.
Encuesta realizada a doce estudiantes de los últimos
cursos, cinco mujeres y 7 varones.
Pregunta
1-
-Tengo
conocimiento a través de mis abuelos que vivían en la entrada de Santa Elena,
eran peones de una estancia. Aprendí a andar a caballo, hacer huerta, pero no
conozco mucho. Ellos se vinieron a la ciudad cuando se jubilaron. Mi padre
trabajo allí 12 años y renunció, hoy es empleado municipal.
-Nací
en el campo. Mis abuelos tenían carnicería en Santa Elena. La actividad era más
ganadera que agrícola. Trabaje allí, y cuando dejé la escuela un año por
razones económicas fui tractorista en Córdoba. Ahora volví a terminar el
colegio.
En
la escuela agrotécnica aprendemos a cultivar semillas, tipos de siembra,
quesos, mermeladas, cerdos, apicultura…
-Conozco
por la escuela de tambo, abejas, huerta, queso no todavía porque me falta un
año.
-Lo
que conozco viene de la escuela, no de mi casa. No sé andar a caballo. Mi mamá
es enfermera. Elegí esta escuela porque me gusta el campo, capaz sigo una
carrera en estos temas.
-Vivo
en el campo cerca de Santa Elena con mi compañera (también estudiante), tengo
huerta, cerdos, pollitos parrilleros, ponedoras. Conozco la actividad de mi
casa y también de la escuela. Sé hacer alambrados, ser boyero, criar animales.
-Vine
de Santa Fe porque aquí tengo un tío, me gusta el campo, conozco poco.
Pregunta
2 – Éxodo
Tenemos
amigos que se han ido. Terminaron el secundario y no tenían trabajo. En las empresas avícolas no toman
profesionales para no pagar títulos.
-Cada
vez hay más taperas. Es un hecho, la
gente se va. Algunos abandonan porque, como están las cosas, no pueden mantener
lo que tienen. En mi familia muchos se
fueron a tambos de Córdoba y Santa Fe. Aquí cierran tambos. En La Vigilancia
había dos y quedó uno.
-A
veces a la gente le dan una recomendación para que se vaya a otro tambo.
-Conozco
un matrimonio, el señor se jubiló, se fue, y eso quedó tapera del todo.
Pregunta
3- origen de los alimentos
-Muy
poco viene de acá, todo de afuera. Los tomates vienen de Santa Fe.
-El
Frigorífico cerró, ahora hacen mantenimiento nomás pero cerró el matadero. La
carne llega desde La Paz.
-De
los 12 entrevistados, 5 dijeron que comen algunos productos hechos en casa.
Pero las papas, por ejemplo, vienen de Corrientes. Algunos tienen huertas
incipientes. “por ahora tengo achicoria nomás”, dijo un estudiante.
-Se
ocuparon en aclarar que en su lugar todos los cultivos dan resultado y la
actividad depende más del conocimiento y de lo económico (rentabilidad), pero
la naturaleza acompaña. Suelo, agua, clima.
-Falta
plata para emprender cosas, y las herramientas son caras, para hacer huertas
acá.
Pregunta
4- Contaminación
-En
la zona de Santa Elena hay basurales a cielo abierto, como tres, y después,
mini basurales en todos lados.
-En
los montes las bolsas de nylon quedan en la copa de los árboles cuando hay
viento.
-Todo
se tira al río, pañales, botellas, bolsas.
-Vas
en moto y te ponés una bolsa en la cara.
-En
el basural andan familias que van a seleccionar cosas, y también caballos y
chanchos.
-Los
caballos salen mareados por el humo.
-Tenemos
problemas con el agua potable, a veces sale marrón.
-Otro
problema es la tala. Se sigue talando. En la Laguna Blanca talaron todo, se ven
chacras nomás.
-En
la ciudad no seleccionamos la basura, todo va junto.
Pregunta
5-Trabajar en el campo
-A
mí me gustaría tener un vivero con árboles frutales, plantas autóctonas…
-Yo
tengo animales, caballos, para trabajar y de carrera.
-La
apicultura es difícil, hay que poner mucha inversión de entrada. El problema
con los insecticidas que usan en el campo es que te matan las colmenas.
Pregunta
7 –Dónde les gustaría vivir.
Ocho
de los doce dicen que prefieren vivir en la zona rural.
-Me
gusta la tranquilidad del campo. También se puede vivir en el campo y viajar a
la ciudad para trabajar.
-Para
vivir en el campo hay que poner una salita, una escuela, tener ripio… Agua,
electricidad…
Pregunta
8 – emprendimientos comunitarios
-Somos
más para trabajos individuales.
-Depende,
si trabajás parejo…
-No
estamos acostumbrados a vivir en grupo.
-Con
apoyo sí, teniendo tierra, servicios.
-Faltan
ideas nomás. Y confianza. Si nos
enseñan, podemos hacer casas entre todos.
-La
mayoría de los estudiantes no tiene casa propia. Un terreno en Santa Elena
cuesta unos 200.000 pesos. Cuando se les presenta un panorama asociativo,
comunitario, con acompañamiento estatal, se muestran entusiasmados.
Pregunta
9 – Aspectos positivos y negativos
-Lo
positivo del barrio es que tenemos los servicios cerca, el supermercado, un
hospital.
-En
los barrios hay más problemas de seguridad.
-Los
entrevistados coinciden en que el problema de la droga está más instalado en el
barrio que en el campo. Y dicen que
ataca a todos los sectores. Conocen a familias de clase media, con apellido,
con hijos adictos.
-Hasta
parece que los policías son cómplices, dice un estudiante y su compañera
agrega: los policías se drogan. Es cierto.
Preguntamos
a los estudiantes si piensan quedarse en la zona o marcharse.
-Con
el título de esta escuela en Santa Elena no tenés salida.
-Podés
trabajar en la municipalidad, por dos pesos. (Se burlan un poco del trabajo
municipal, y saben que el empleo en el estado suple un poco la falta de empleo
en otros lugares).
-No
hay fuentes de trabajo. Quedan los que se acomodan porque tienen cuña en el
trabajo público.
Casi
todos aceptan que prefieren quedarse en El Quebracho y Santa Elena, pero la
mayoría admite que no hay fuentes de trabajo. Eso genera cierta incertidumbre.
La juventud de El Quebracho se capacita y desafía al
desarraigo
Enseñanzas
de una escuela agropecuaria junto al Feliciano. Una semana destinada a conocer
la Pachamama con amplia participación de estudiantes y docentes que imaginan un
futuro con alimentos sanos y cuidado de la biodiversidad.
Qué
aliento nos llega desde la juventud que estudia, trabaja con honestidad,
proyecta y escucha y toma conciencia en los asuntos del oficio, el arte, la
biodiversidad, los saberes de su comunidad. Lo vemos en muchos sitios, pero esta vez nos referiremos
a los estudiantes de El Quebracho, en el departamento La Paz, que realizaron un
homenaje a la Pachamama precisamente en agosto, cuando la tierra se apronta con
vistas a la primavera.
El
contexto no es el mejor y lo sabemos. Hay chicas y muchachos obligados en la
Argentina a trabajar diez, doce horas diarias, para sostener alquiler,
servicios elementales y, con suerte, la cuota de un autito que hoy cumple la
función de una dependencia de la casa, con ruedas. Pero cuántas frustraciones,
en jóvenes que, sin cuñas políticas o de clase, deambulan en busca de un
empleo, aunque sea informal, o en algo que no les agrade; empleo al fin, para
empezar.
Con
los parques industriales estancados por décadas en nuestra provincia, los
servicios copados por la tecnología y el campo hundido en la economía de escala
y los robots, las chicas y los muchachos se preparan, se ilusionan, se
enamoran, tejen planes, y el juego tiene muy pocas sillas para los muchos que
danzan alrededor. Sin embargo, como veremos, no figura en el vocabulario de la
juventud la palabra resignación.
No
renuncian
Los
jóvenes caminan “alvertidos”, como decía Yupanqui. Van como blindados, un tanto
desconfiados, y cuando encuentran una grieta para desarrollar sus aptitudes,
sea en forma independiente, en cooperativas, empresas, corporaciones o el
Estado mismo, entonces muestran todo un potencial que los de alrededor
ignorábamos.
En
simultáneo tratan de que los viejos operadores de esas entidades y organismos
no se les peguen mucho, porque es común eso de succionar prestigios por
cercanía, para luego embarrarlo todo con las picardías propias del poder.
Entonces
las y los jóvenes marchan como se marcha en nuestras rutas, observando todas
las reglas del tránsito y a su vez mirando lo que harán esos que van adelante,
atrás, al costado, y aun así sin mayores garantías. Pero se animan y emprenden,
se dan fuerzas y presentan sus currículos, hacen los trámites farragosos que
les exige el sistema, es decir: no renuncian. Y esa actitud, esa fortaleza
auténtica puede contagiar a toda la comunidad.
Hacer
bien lo que se hace, estudiar a conciencia, escuchar al otro y al entorno,
practicar un oficio con compromiso por los resultados y por la comunidad, todo
eso es habitual en nuestros jóvenes. Es una
marea que está allí, como latente, y no se manifiesta en situaciones de
poder caracterizadas por valijas, cuadernos, acusaciones mutuas, competencia
sin reparos, todo un mundo bien armado para ir fagocitando poco a poco a los
jóvenes con sus mil formas de engaño y soborno. Los vicios del poder llevaron a
un presidente del Uruguay a decir que los argentinos somos “una manga de ladrones
del primero al último”. ¿Qué tiene que ver esa mala fama con la juventud que
conocemos? Nada. Nada de nada.
Cuando
recorremos la provincia de Entre Ríos en nuestra función de periodistas vemos
esfuerzos indecibles para sostener la familia, para gestionar un trabajo, para
darle un camino a la comunidad, un servicio básico. Esfuerzos para crear
espacios donde la juventud se explaye con sus
modos auténticos. Hay, por caso, establecimientos educativos que, lejos
de resignarse al sistema y caer en el abandono, alumbran cada día otros
senderos, estimulan a los jóvenes para
que desplieguen sus conocimientos, dan valor a las identidades del lugar y las
condiciones regionales que el sistema suele menospreciar. Allí vemos trabajo,
arte, conciencia, y eso se replica en numerosas organizaciones, asambleas,
foros, y también en las escuelas.
Pachamama
Decimos
esto, conmovidos por el Proyecto Madre Tierra que conocimos esta semana en la
Escuela Agrotécnica Paraje El Quebracho. Por la creatividad de los docentes y
estudiantes, la capacidad para explicar, la buena onda para atender a los propio compañeros de curso, el
respeto de todos por los modos de hablar de las chicas y los muchachos, sin
ataduras, ni prejuicios ni afectaciones.
La
institución organizó una Semana de Enseñanza Agropecuaria, como expresión del
Proyecto Madre Tierra. Allí abordamos saberes antiguos y vigentes sobre la
Pachamama y el vivir bien y bello, y escuchamos exposiciones durante una de las
jornadas, este viernes 10 de agosto, pero fueron cinco días de
enseñanza/aprendizaje para alumnos, docentes y visitantes, para toda la
comunidad del establecimiento y los que tuvimos el privilegio de compartir esas
reuniones, en un frío galgón de chapas que no pudo con la calidez de
trabajadores y estudiantes.
Qué
helada la del viernes, y la comunidad firme, allí, desde horas muy tempranas.
Durante
una mañana conocimos cómo hacer una parra para tener uvas en casa, supimos de
gramíneas y legumbres, escuchamos el proceso de elaboración de los quesos más
variados y el dulce de leche, con participación en grupos: lo que uno sabía a
medias, lo completaba el de al lado. Chicas y muchachos, con lugar para todos y
en un clima de amistad.
Forrajes,
diferencias entre silos y fardos… No faltaron exposiciones sobre la organización
de la empresa, planillas, y juegos para diferencias una semilla de la otra y
reunir cada semilla con su planta. Lechuga, arveja, haba. Nosotros mismos
fuimos invitados y pudimos reconocer las semillas gracias a una alumna que nos
sopló el resultado. Como era un juego, se permitían trampitas a la vista, para
salvar a los neófitos.
Las
y los profesores, participando de esos juegos, aprendiendo en comunidad lo que
ofrecen las distintas asignaturas, escuchando las exposiciones de vecinos de Santa Elena y Paraná, invitados
para compartir con el estudiantado. Para cerrar, el acordeón de un joven
virtuoso de El Quebracho, a puro chamamé, con los alumnos y las alumnas
bailando aquí y allá con sus compañeros y sus profesores.
Qué
difícil lograr esa comunión en zonas urbanas, en escuelas encerradas llamadas
“peceras” donde los estudiantes y docentes sufren el amontonamiento, y el ruido
y el apuro interrumpen cualquier intento de diálogo.
Un
edificio nuevo
Cultura,
trabajo, oficios, artes, humor, manejo de tecnologías, todo a galpón, donde
corría el mate en todas las filas, para hacer más amigable aún la reunión.
Humor,
decimos, por la expresión fresca de los estudiantes, bien dispuestos a
escuchar, y porque era el cierre además de un concurso de manera que varios
alumnos estaban vestidos de pollos, ovejas, gatos, ratones, abejas, y se
paseaban con sus trajes de buena factura y sus rostros pintados.
Qué
frío, el viernes, y qué jornada cálida con estos entrerrianos, mayoría de El
Quebracho, Santa Elena, Avigdor y cercanías. Cuánto se aprende allí.
Nos
contaron de un proyecto para construir un edificio nuevo para la escuela,
porque dan clases en el casco viejo de la estancia y el auditorio es un galpón
nomás, donde guardan las herramientas. Lindo premio sería, al talento y el
esfuerzo, que el Consejo General de Educación y Arquitectura empezaran esa
obra.
En
las escuelas agropecuarias hay semillas para un futuro de arraigo, trabajo y
comunidad; futuro no muy claro, pero las semillas están. El departamento La Paz
expulsa a sus hijos. Emprendimientos como éste pueden colocar una bisagra en
ese proceso de destierro que va dejando el tendal de taperas. Y el entusiasmo
joven nos entusiasma.
Vivimos
de ajuste en ajuste, promesas, denuncias, pero allí están los estudiantes y los
docentes calentando el galpón con sus palmas, sentados sobre los fardos, bien
dispuestos a afrontar heladas. Qué sería, si los gobernantes nos sorprendieran
con una devolución: el edificio nuevo.
A
veces, sin darnos cuenta, las sociedades formamos un equipo, cada cual cumple
allí una función. Si en ese equipo encontramos un Maradona, hay que darle la
pelota, es obvio. En nuestro sistema que provoca el desarraigo y la expulsión
desde hace décadas por falta de trabajo, y con todas las críticas que conocemos
y los males que ignoramos, hay algunos Diegos y Lioneles que no necesariamente
nos traerán la copa pero sí servirán de estímulo para todos. Y nos referimos a
escuelas que logran formar una comunidad, con jóvenes a los que les gusta
asistir, aprender, conversar.
El
frigorífico, cerrado
Los
estudiantes saben allí de colmenas, tambo, aves, porcinos, ovinos, viveros,
aromáticas, frutales, pero más que todo eso, en un lugar así aprendemos a amar
al monte y sus habitantes junto al Feliciano, a compartir el trabajo y el
estudio, y nos contagia la energía del amanecer. Allí el dulce de leche la
miel, el escabeche, los demás dulces con frutos de la huerta.
No
podríamos extendernos aquí sobre el Proyecto Madre Tierra que conocimos hace un
mes en un encuentro ecologista en Avigdor. De allí la invitación para saber más
del establecimiento en El Quebracho, en la ruta de entrada a Santa Elena.
Todas
las exposiciones de los alumnos fueron realizadas con proyección de
audiovisuales o imágenes en cartulinas, y con la presentación de compañeras que
ejercían de maestras de ceremonia. Nada quedó librado al azar, y todo corrió
sin acartonamientos y sin personalismos. Algunos cursos imprimieron folletos
explicativos, como uno que tenemos en la mano, realizado por 4to. Año de la
Escuela 151, bajo el lema: “La tierra no es del hombre, el hombre es de la
tierra… cuidémosla”.
El
folleto tiene imágenes de árboles, cada cual con nombres vulgares y
científicos, y de las llamadas malezas, y un espacio para las máquinas y los
equipos de la tarea rural.
Antes,
un grupo de profesoras nos había explicado su vivero de árboles autóctonos,
todo un desafío para la escuela porque los mismos docentes aprenden sobre la
marcha. La desidia taló y sigue talando, y estas mujeres y hombres de El Quebracho
quieren repoblar.
Claro:
no todas son flores para la zona. Si la falta de trabajo expulsa a muchos, la
clausura definitiva del Frigorífico Santa Elena, que reunía a diez fábricas en
una, produjo una explosión social y todavía se notan las secuelas.
La
entrega de parcelas del frigorífico a empresarios de afuera no alcanzó para
amortiguar siquiera el golpe, y los alumnos cuentan que los estudiantes
formados para ejercer un oficio en la avicultura, por ejemplo, no encuentran
empleo porque las empresas prefieren pocos obreros y sin título… Así, como se
lee. Un ejemplo más de las dificultades que debe afrontar la juventud si quiere
quedarse en su tierra, desarrollar allí una familia, un emprendimiento. Hoy por
hoy, casi todos quieren quedarse y casi nadie cree que conseguirá un trabajo en
la zona.
Desde
el galpón
¿Y
si los gobernantes ayudan a plantar esas semillas, con un nuevo impulso?
Frente
al bochorno de los cuadernos de la corrupción, que corroboran lo que ya
sabemos, y frente a las noticias que nos permiten avizorar un futuro cercano
con escasas fuentes de trabajo, regiones como la nuestra favorecidas por el
suelo, el agua, el clima, pueden abrir caminos que parecen cerrados.
Los
entrerrianos comemos alimentos que vienen de afuera, y expulsamos a nuestros
hijos porque no hay trabajo. Mansa contradicción. Lo vamos constatando en la
encuesta del vivir bien y buen convivir que estamos realizando entre varios
centros de estudio en la provincia.
Como
conclusión: escuchemos a las maestras y los maestros, los profesores y las
profesoras, las y los técnicos, las y los estudiantes de El Quebracho;
escuchemos a esta juventud, y veremos por dónde pasa ese otro mundo panzaverde
y bien tagüé, como dicen en la zona; un mundo que no figura en aquellos
cuadernos del chofer ni en los presupuestos del ajuste.
“Ay,
quién pudiera vivir como ese pájaro hermano para nacer y morir en tus costas,
Feliciano”, dice Linares Cardozo. ¿Podrá esta juventud cumplir el sueño de
todos? ¿Y en qué se puede colaborar?, como dijo Enrique Zucco cierta vez en
Chajarí, en su lecho de muerte.
Escribimos
esta columna agradecidos con las y los docentes y estudiantes. Recibimos una
cátedra de amor a la Pachamama. Hay que estar en El Quebracho, beber de esa
fuente felicianera, y mirar desde el galpón un amanecer.
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15-PARANÁ, AGOSTO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Siete estudiantes
secundarios de Paraná
Curso 6to. Año – Lugar
Bº San Agustín Paraná
De los 7 estudiantes
sólo 2 son nacidos de Paraná, 3 provenientes de otras provincias y 2 de otras
localidades de Entre Ríos. Se entusiasman con la encuesta.
Poseen recuerdos de
actividades vinculadas a la tierra especialmente de sus abuelos que criaban
animales de corral, vacas, caballos…madrugaban siempre.
La totalidad asegura que
en sus domicilios realizan algunas plantaciones como tomates redondos, peritas,
cherri, pimientos, lechuga, albahaca, perejil. También manifiestan tener
algunos frutales como higuera, vid, limón, mandarina, pomelo…y antes ciruelos y
duraznos.
Conocen como medicinal
al burro, la salvia, aloe.
Identifican las taperas
como el símbolo del éxodo rural
Se muestran a favor de
la biotecnología de modo que no afecte la salud, pero además en contra del uso
de agrotóxicos.
Respecto de la
contaminación “la sufrimos en carne propia con el Arroyo Antoñico sin
saneamiento, con basura, abundante vegetación por lo que se pone peligroso, hay
alimañas, ratas, cucarachas que afectan la salud de los pobladores”.
Dicen que el Volcadero
está un poco más controlado que tiempo atrás. Apuntan su preocupación por los
mini y grandes basurales, las cloacas, los asentamientos inhumanos que viven en
la más absoluta marginalidad pero con los peligros consabidos como la venta de
armas, drogas, robos y arrebatos (de este último conocemos mucho en las
cercanías del colegio).
El vecino solidario
desapareció, dicen. También dentro de las relaciones familiares, propio de
estos tiempos del “sálvese quien pueda”.
La mitad de los
encuestados dice que viviría en el campo, la otra lo duda. Cinco tienen padres
policías, otros se dedican a la refrigeración, otro es remisero, sólo una madre
trabaja casa afuera.
Todos van a seguir
estudiando carreras universitarias y/o terciarias. En el curso son 8 en total y
comenzaron la secundaria 35 o más.
Aseguran que lo que
impide acceder a bienes como la tierra es la falta de ingresos y/o trabajo.
Calculan que se necesitarían como mínimo 10 hectáreas y según la actividad que
se realice, para desarrollar una actividad vinculada a la producción campesina.
Además de tierra, ayuda para comenzar, centros de referencias de la salud, la
educación, comunicaciones, agua potable…
El 85% de los
encuestados posee vivienda propia pero con muchas limitaciones. Una de las
encuestadas manifiesta que viven 9 personas con 3 ambientes (los padres, y una
hermana casada con hijo) es decir hacinados.
Lo positivo del barrio:
centro de salud, educación, “comisaria”, comercios varios, bibliotecas, centro
de recreación de El Sol, medios de comunicación… les gusta la limpieza de los
lugares públicos, lo verde, por eso eligen ir al parque Urquiza.
Lo negativo del barrio:
inseguridad, injusticia, contaminación, narcotráfico, asentamientos.
Si hubiera condiciones,
3 de los encuestados aseguran que les gustaría vivir en el campo.
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16-GUALEGUAYCHÚ AGOSTO.
Encuesta del vivir bien
y bello y buen convivir.
Encuestados: Juan y Andrea (esposos) y Angela y Ramón
(esposos)
Viven en Barrio La Cuchilla de Gualeguaychú.
Los
primeros pobladores del barrio La Cuchilla fueron vecinos que llegaban desde
las zonas rurales.
Al
principio, muchos de ellos se dedicaron a la fabricación de ladrillos, ya que
el lugar se los permitía por la gran extensión de terreno que había en el
lugar. Con el correr del tiempo, la zona comenzó a poblarse con otros vecinos
que también llegaban de la zona rural y de las zonas costeras de la ciudad.
Muchos fueron erradicados de las zonas inundables y pasaron a vivir en La
Cuchilla.
Juan
y Andrea son una pareja que oscila los 40 años. Juan hace changas de
albañilería y Andrea trabaja como empleada doméstica y percibe la asignación
universal. En tanto Angela y Ramón son adultos mayores, ya jubilados.
Todos
ellos manifestaron tener conocimientos sobre cultivo de vegetales y crianza de
animales.
De
hecho, ambas parejas hacen quinta en una porción de terreno de sus viviendas.
Lo hacen a través de programas del INTA, que les provee semillas dos veces al
año.
Cosechan
tomates, cebollas, lechuga, morrones, etc. Todo lo destinan al consumo del
hogar.
Afirman
sentirse muy satisfechos por eso, porque les ayuda a su economía familiar, pero
además porque aún pueden sentir el buen sabor de los vegetales, lo cual no
encuentran en los productos que se compran en una verdulería.
Ninguno
de ellos tiene conocimientos como para trabajar la tierra a una escala mayor.
Angela recuerda que su padre trabajaba en el campo (en Almada).
También
nos cuenta que tenía muchos familiares en Almada dedicados al campo y que
finalmente todos se vinieron a la ciudad.
Sobre
los motivos de tal éxodo, nos comenta que todo comenzó cuando esos pueblos se
quedaron aislados, por la falta de transporte y caminos. No tenían modo de
mandar sus hijos a la escuela y el campo cada vez rendía menos.
Preguntados
sobre si podrían estar dispuestos a trabajar en el campo, Juan y Andrea dicen
que podría ser, pero que no tienen conocimiento para ello.
Sin
embargo, aceptarían capacitación y lo ven como una buena salida laboral más
firme que lo que actualmente hacen.
También
afirman que sería necesario contar con las herramientas, al menos para
comenzar, como también recalcan la importancia de contar con servicios básicos
como electricidad y transporte para moverse y escuelas cercanas para sus hijos.
Andrea
y Juan tienen cuatro hijos. Comentan que uno de ellos, que tiene 18 años, sueña con trabajar en el campo
y que le gustan mucho todas las tareas rurales. Nos dicen también que cada vez
que puede, se va al campo de una familia amiga y allí se queda ayudándoles y
aprendiendo.
Hablamos
sobre los agrotóxicos y la falta de cuidado del ambiente. Angela y Ramón
afirman que en algunas visitas que han hecho al campo, en la zona de Almada,
observan que los arroyos tienen un color verdoso. Recuerdan que antes no era
así. Saben que los pesticidas que se usan terminan contaminando el agua de los
arroyos y ríos.
“Pero
nosotros no le echamos nada a nuestras verduras en la quinta”, dice Angela con
orgullo. “Corremos los bichos con las aromáticas y las malezas las sacamos a
mano”.
Preguntados
si sería posible realizar emprendimientos asociativistas, en conjunto con otros
vecinos, trabajando la tierra, nos comentan que alguna vez se intentó en el
barrio con un terreno muy grande que había lindero al barrio. La experiencia no
fue buena, porque no hubo forma de detener los robos. Ellos trabajaban y por
las noches les robaban todo. Otro de los problemas que surgió fueron los
conflictos entre los integrantes, porque comenzaron las discusiones porque unos
trabajaban muchas horas y otros muy poco, pero a la hora de recaudar era para
todos igual. Eso hizo que con el tiempo el proyecto fracasara.
En
relación al acceso a la vivienda, todos coinciden que les ha sido muy difícil
tener la casa propia y que nunca la hubieran alcanzado si no hubiesen tenido la
ayuda del estado.
Coinciden
todos en que el sistema de autoconstrucción es una buena idea. De hecho, Angela
nos cuenta que tres de sus hijos tienen su casa propia lograda por ese sistema.
El
problema es que les llevó muchos tiempo hacerla y mientras tanto ella alojaba
en su casa a sus hijos con sus familias. Vivían muy hacinados. “Ahora es un
alivio, tenemos la casa para nosotros solos”, dice sonriente.
Sobre
su vida en el barrio, Angela y Ramón dicen que no lo dejarían por nada.
Vivieron toda su vida allí. Andrea y Juan hace algunos años que llegaron al
barrio tras vivir en la zona inundable del barrio Munilla y dicen que, a pesar
de las inundaciones, extrañan la forma de vida que tenían allí.
Todos
se quejan de los problemas que se han originado en el barrio con las drogas.
Hay muchos robos y muchos episodios de violencia. Ellos se sienten afortunados
porque sus hijos y nietos (en el caso de Angela y Ramón) no han caído en las
adicciones.
También
manifiestan su malestar por la presencia de un hogar de recuperación de adictos
que se ha instalado en el barrio. Afirman que, por las noches, es un total
descontrol y los jóvenes que allí están salen por el barrio a robar lo que sea.
De
todos modos, aprecian y agradecen estar allí por tener su casa propia. No hubo Ningún
comentario respecto de las cosas lindas del barrio.
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17-GUALEGUAYCHÚ
AGOSTO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados:
una familia: Ester, Julio, Marta y Ramona.
Barrio La
Tablita, Gualeguaychú.
Todos los integrantes de esta familia vivieron en
el campo y por distintos motivos emigraron a la ciudad y terminaron viviendo en
la periferia de la misma.
Manifiestan tener conocimiento sobre las
actividades rurales como siembra, quinta, tambo y también trabajo en el monte.
Ellos vivían en la zona conocida como “El Potrero”
y afirman que ya son muy pocas las familias que quedan en la zona. Todos los
campos han sido adquiridos por inversores de Buenos Aires.
Julio trabajaba como peón en una estancia y renunció
a su trabajo cuando su patrón le exigió trasladarse a un lugar más lejano, donde
tenía otro campo. Esa situación no le permitía poder mandar sus cinco hijos a
la escuela. Por lo tanto, prefirió renunciar antes que dejar a sus hijos sin
estudios. Así fue que se trasladó a la ciudad y comenzó su trabajo de
albañilería.
Las mujeres recuerdan que en el campo trabajaban
mucho y hacían todo tipo de actividades a la par de los hombres. Ordeñar vacas,
juntar maíz, sacar malezas a mano, cortar leña, además de las tareas hogareñas.
También recuerdan que no había luz eléctrica y por
las noches sólo se alumbraban con velas o candiles. Aseguran que la vida era
muy dura. A pesar de ello, sienten que era muy bueno trabajar en el campo.
También dicen que ahora no volverían a hacerlo porque “eso es para los
jóvenes”.
Actualmente trabajan como empleadas en casa de
familia, a excepción de Marta que padece una enfermedad de columna que no le
permite trabajar.
En este punto, preguntados sobre si los jóvenes
tomarían la iniciativa de trabajar en el campo, aseguran que muy pocos. Los
jóvenes están habituados a la vida urbana. No obstante, en sus familias tienen
algunos jóvenes que sí lo hacen y se encuentran trabajando actualmente en el
campo.
Sobre las causas de la emigración a las ciudades,
se reiteran las causas. La falta de servicios, caminos intransitables, falta de
medios de transporte, falta de escuelas. Piensan que hoy día sería más fácil
porque en muchos lugares hay energía eléctrica y la telefonía móvil que los mantendría
más comunicados. De todos modos, también afirman que para hoy vivir en el campo
es imprescindible contar con un medio de movilidad.
Ramona cuenta que ella parió sus hijos en el campo,
sin asistencia médica alguna. Las otras mujeres aseguran que eso hoy sería
impensable. Sólo pensar en una situación de esas, aterroriza a las mujeres más
jóvenes.
Respecto del asociativismo y la posibilidad armar
proyectos con vecinos y otros grupos de personas para encarar un trabajo rural,
lo ven muy difícil. Ellos creen en esa forma de trabajo, pero dicen que el
mayor impedimento está dado por lo complejo que se han vuelto las relaciones
entre las personas. Hay mucho celo y especulación. En ese sentido, Julio
asegura que “las medias sólo sirven pa los pieses”.
De todos modos, dicen que si pudieran acceder a una
porción de terreno, no demasiado grande, podrían emprender cantidad de
proyectos productivos, como sembrar cebollas, ajo, morrones, berenjenas, etc.
que podrían venderse en la propia ciudad.
Para ello, deberían tener un primer impulso del
estado proveyéndoles herramientas y maquinarias. Dicen que una vez que
comenzaran a trabajar, luego ya no haría falta más apoyo porque podrían
proveerse por sí mismos de sus herramientas e insumos.
Todos tienen su vivienda propia, de cierta
precariedad. En el caso de Ester, logró su vivienda por sistema de autoconstrucción.
Le gusta el sistema, pero dice que debería ser más ágil, porque tardó cinco
años en tener su casa, desde que comenzaron a construir el grupo habitacional
donde ella vive.
Respecto de si prefieren la ciudad o el campo,
todos afirman que prefieren quedarse en la ciudad, a excepción de Marta que
expresa sus deseos de volver al campo, porque le gusta mucho, aún cuando
implica mayores sacrificios.
En cuanto a la vida en el barrio, dicen que ellos
viven bien y tranquilos, pero les preocupa severamente la situación de los más
jóvenes, afectados por las drogas. Aseguran que la mayoría de los jóvenes del
barrio no tienen futuro. La mayoría, salvo excepciones, son adictos, no trabajan
ni estudian, y se encuentran en una situación de absoluta marginalidad.
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18-CONCORDIA VIERNES 24 DE
AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y
buen convivir.
Escuela 23 República Oriental del Uruguay, Calle
Pellegrini 136, Concordia.
Y conversaciones con integrantes del grupo ecologista
Luz del Ibirá.
Escuchamos
a un grupo de catorce estudiantes, chicas y muchachos de los últimos cursos de
la educación secundaria, bien dispuestos a hablar de alimentos y biodiversidad
y en general distantes de la producción. Todos de Concordia, excepto una chica
con cuna en Federal.
De
entrada explicaron que en el establecimiento educativo tenían una quinta con
lechuga, acelga, zanahoria, cebolla, perejil, pero aclararon que nunca
cosecharon de allí, sino que participaron de la primeras tareas, y no sentían
que hubieran sembrado, es decir, no tenían incorporada el concepto de siembra,
por lo que entendimos que el proyecto de huerta propia era incipiente.
Aunque
muy urbanos y de barrio, las y los estudiantes por alguna vía tenían vínculos
con los alimentos. No es raro allí tener padres o tíos en la cosecha de
arándanos o citrus, o alguna vecina con gallinas.
Si
bien de los 14 hubo 7 que respondieron que tenían un gallinero cerca, en la
cuadra, sólo una de las alumnas dijo que su mamá tenía gallinas, y cuando le
preguntamos al conjunto por la posibilidad de un gallinero pequeño, todos
señalaron una dificultad principal: los perros.
Fue
algo sorprendente: cada uno explicó que con dos o tres perros y perras en casa
se hacía imposible, y nos llamó la atención por la abundancia de mascotas
grandes que ocupan gran parte del escaso espacio que poseen en los barrios.
Otros
dijeron que no sabrían cómo criar las aves. Y hubo bromas por otro problema: la
inseguridad. “Te saltan por el fondo”, dijo una alumna.
El
problema del éxodo fue tomado en la charla como algo natural. Dijeron que
tienen compañeros en la cosecha de manzanas y peras en el sur, por caso.
“Siempre fue así, se van”, se escuchó.
Otros
admitieron que tienen amigos que se marcharon a Buenos Aires. Uno dijo que
tenía primos y tíos en Paraná, en la escuela de oficiales de la Policía.
A
una pregunta sobre los alimentos, como era de esperar todos pensaron en
verdulerías y carnicerías, y sólo como excepción uno dijo que en el barrio
había paltas y otro que en la casa tenían tomates.
Al
ser un grupo netamente urbano, no sorprendió la distancia con la producción de
alimentos, pero al mismo tiempo nos llevó a reflexionar en torno de la pobreza,
porque las características de estos grupos llevan a pensar en lo necesario de
la huerta propia, por caso, para facilitar la alimentación familiar con
productos cercanos y sanos.
Sobre
el cuidado del ambiente: “hay basura por todos lados, nadie limpia nada.
Basurales grandes y chicos”. La
deposición final de los residuos fue el problema repetido. También comentaron
de la tala de árboles.
Allí
surgió una iniciativa del establecimiento educativo que tiene a los estudiantes
muy interesados: el Sendero. Se trata de un espacio de monte junto al río, a
pocas cuadras del colegio. La militancia
de los docentes permitió que se declarara Sendero protegido por ordenanza
municipal, con lo cual rescataron un basural para facilitar el desarrollo de
monte nativo.
Una
profesora mencionó el caso de las algas en el lago de salto Grande, y fue
comentado por los estudiantes.
Consultados
por la posibilidad de hacer algo propio vinculado a los alimentos, de los 14
sólo uno dijo estar dispuesto. Explicó que le gustaría vivir más en las afueras
si hubiera posibilidades. “No te vas a quedar toda la vida con tu papá, tenés
que buscar un futuro”, comentó. Los demás se mostraron inclinados a la
docencia, la enfermería, o estudios vinculados al ejército o la policía.
A
la pregunta sobre la vida y el trabajo comunitario, las opiniones estuvieron
repartidas pero prevaleció el trabajo individual, lo que sorprendió un tanto a
profesoras que aclararon que dan clases de cooperativismo y esperaban quizá
otras respuestas.
“Prefiero
trabajar solo y hacer las cosas bien”, dijo uno.
“Mejor
en grupo, si sale mal el otro te puede corregir”, respondió otro.
“Me
gustaría en grupo para conocer mejor a los vecinos”, agregó una tercera.
“Yo
me concentro mejor si trabajo solo”, dijo otro.
“El
trabajo comunitario es más fácil”, manifestó uno. “Pero te complica”, le
respondieron.
En
general, no se registraron comentarios en torno de experiencias comunitarias,
cooperativas.
Sobre
las bondades de vivir en el barrio, explicaron que tienen cerca la escuela, el
hospital, las calles asfaltadas, la comisaría, el almacén.
Lo
negativo: “te roban todo”. La inseguridad fue lo más mencionado. Y no con mucha
preocupación sino matizado con algunos chistes. También salió el tema de las
adicciones, no porque alguien lo apuntara entre los entrevistados sino porque
lo consultó muy especialmente el encuestador. Uno aclaró. “y dónde no está” (la
droga).
Luego
coincidieron en que hay más droga en barrios de casitas precarias. “La casa se
les cae pero venden droga”, señaló un estudiante.
Respecto
de los beneficios de la vida campesina todos hablaron de “la tranquilidad” y
uno dijo “el trabajo propio”.
Consultados
sobre la disposición que tendrían para la capacitación en distintos rubros,
todos recibieron la propuesta de buena gana. Eligieron abejas y tambo. “Ayuda
un poco más si sabés un oficio”.
Como
observación: el diálogo fue un tanto más forzado que en escuelas de campo o
pueblos chicos, pero resulta interesante la atención que prestan los
estudiantes. Es decir, el hecho de que estén distantes de la producción no los
hace desinteresados. En un momento, un poco en broma, señalaron a manera de
reproche amistoso que en la escuela no se trataban los temas apuntados en la
encuesta, aunque era obvio que el establecimiento no está pensado como escuela
agrotécnica.
Luz del Ibirá
Docentes
de la Escuela República Oriental del Uruguay, junto a pares de otros
establecimientos, fundaron en Concordia el grupo ambientalista Luz del Ibirá.
El nombre deriva de un Ibirapitá plantado en el patio del establecimiento
educativo.
Las
docentes explicaron la actitud para articular sus trabajos educativos con su
vocación ambientalista, y mostraron a la escuela como un ámbito para el
encuentro y el debate, más allá de los temas exigidos por el sistema.
Señalaron
que en algunos establecimientos sirve la formación de este tipo de
organizaciones para sortear la burocracia impuesta para salir de los cursos con
los estudiantes o emprender iniciativas que cruzan las jurisdicciones. Y explicaron que a través de distintos proyectos,
como la participación en las olimpíadas de ambiente y desarrollo sustentable,
logran estimular la participación de los estudiantes en asuntos de la
comunidad. Como ejemplo: la limpieza y la visita periódica al Sendero protegido
de la zona sur, y la comprensión de las fuentes de trabajo de la zona, no
siempre amigables con el entorno.
Luz
del Ibirá lanzó una colección de historias mágicas de diversidad, con cuentos
ilustrados sobre habitantes del monte y el río.
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19-PARANÁ
LUNES 10 DE SETIEMBRE.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela 59 Toma Nueva, de Paraná. Barrios Toma Nueva,
Lomas del Golf y Los Arenales.
Entrevista con tres estudiantes adultas que viven en
esos barrios.
Las
tres comentaron que conocen algo de huertas, y añoran los tiempos en que el
barrio tenía más espacio y menos violencia y drogas, y coinciden en la
dificultad de hacer emprendimientos cooperativos o comunitarios por la falta de
confianza en la vecindad.
“Mi
marido sabe un poco, hemos sembrado tomate, lechuga, acelga, calabazas,
zapallos, pero ahora solo tenemos muchos pimientos. Como tenemos un patio
grande, ahí hay mandarinos, manzanos, limoneros, ciruelos. En un momento
tuvimos gallinas, ahora no.
Lo
que sé, lo aprendí de mi marido, él es inmigrante.
Una
segunda entrevistada dice que tenía gallinas y patos, sacaba huevos y criaba también
algunos parrilleros en el patio. Pero los regaló porque los perros empezaron a
matarlos.
Ahora
se quedó con un solo perrito, entonces cuando le da de comer en el patio llegan
palomas y otros pájaros del monte.
Aprendió
estos trabajos de chica. Ella vivía con sus padres en Santa Elena, el padre
debió emigrar por el cierre del Frigorífico. En este momento, ella vive en
Paraná, y su padre es ladrillero en Casilda, provincia de Santa Fe. La familia
está compuesta por ocho hermanos de los cuales solo una, la mayor, vive en
Santa Elena, los demás se fueron todos, incluso los padres.
La
tercera entrevistada comenta que en la casa de su madre tenían naranjos y
mandarinos, pero los sacaron para construir e hicieron piso. Solo queda una
planta que se está secando.
Dice
que su abuela cosechaba paltas y naranjas. También tenía patos y gallinas y los
fue regalando porque se los mataban los perros (el mismo comentario que la
segunda consultada).
En
estos meses, el hermano tiene tres gallinas, y huerta no, por falta de espacio.
Ante
la pregunta 2 sobre el éxodo, la santaelenense se explaya sobre la ausencia de
oportunidades de trabajo en su ciudad. Dice que ahí ni siquiera se puede vender
pan casero por las calles porque hay mucho control y cobran impuestos, a diferencia
de Paraná donde los vendedores ambulantes no se los molesta.
También
recuerda que los tíos de su marido (hermanos de su suegra) son todos de Nogoyá,
y se fueron a Buenos Aires por falta de trabajo.
Otra
entrevistada dice que los hijos de ella y de su marido son profesionales, se
fueron a otras provincias (Médico, ingenieros en petróleo…). Lo ve natural,
aunque el único oficio que aquí no podría practicarse sería el petrolero.
Sostiene
que si bien su terreno es grande porque se juntó con otros linderos, la mayoría
de los espacios en estos barrios son muy reducidos, la gente vive amontonada.
Los hijos construyen arriba de la casa de sus padres, o atrás, porque no tienen
terreno.
La
tercera dice que su abuela vino al barrio desde Sauce de Luna, y que le comenta
que en la Toma en su juventud era todo verde, con montes naturales.
Sus
abuelos emigraron a Buenos Aires por trabajo (su abuelo era panadero), y más
adelante se afincaron en la Toma.
Ante
la tercera pregunta sobre la producción y el origen de los alimentos, dicen que
compran casi todo en supermercados. Una de las encuestadas colabora en un
comedor y saca de allí algunas verduras. Hay en el barrio un comedor que da
viandas a 350 personas del barrio, de lunes a viernes, con ayuda del Estado
Nacional. El comedor se llama Pancitas llenas, corazón contento.
Aclaran
que hay dos alimentos que obtienen de vecinos del barrio: pescados y carne de
cerdo, y que a veces pasa un carrito con un vendedor de huevos, pero no hay
quintas en la zona. Comentan que lejos de allí, en el Acceso Norte (varios
kilómetros) que existen quintas trabajadas por bolivianos.
A
la pregunta 4 sobre el ambiente, responden que saben de un vecino que vive con
problemas de asma por el polvillo de una arenera.
También
lamentan que la orilla del río esté llena de botellas de plástico, bolsas y
otros residuos.
En
el barrio hay mini basurales, “pero no tanto como antes”.
Sostienen
que la municipalidad ha colocado contenedores, y muchos ven el contenedor lleno
pero dejan igual sus bolsas. También admiten que se empezó con la selección en
origen pero el plan no sigue.
Pregunta
5, si imaginan a sus hijos trabajando en relación con el suelo. Una encuestada
cuenta que tiene un hijo en una escuela rural en Las Tunas, donde trabaja en la
huerta, cuida animales. “Le gusta mucho”.
Aspira a que el joven en un futuro trabaje en la misma escuela, adonde
hoy vive de lunes a viernes.
“Le
habían hecho una cesárea a una oveja, y venía contento”, dice.
Acepta
que con su marido decidió mandarlo a esa escuela “por la situación del barrio,
hay mucha droga y todo eso”.
Otra
entrevistada no imagina a ninguno de sus hijos en relación con la producción de
alimentos. La tercera comenta que le gustaría estudiar maestra jardinera y
educación física, y nada en relación con la tierra.
A
la pregunta 7 sobre vivir en el campo: “A mí me gusta acá, el barrio”, dice la
mujer que manda su hijo a Las Tunas por razones de seguridad, aunque parezca
una contradicción.
Admite
que no le desagradaría vivir en el campo porque ama la tranquilidad.
Otra
dice que no, no se iría, porque no se aguantaría la soledad.
La
tercera se marcharía al campo sí, pero no a trabajar, sino a una casa quinta,
para disfrutar del paisaje. Antes gozaba del silencio, del trino de los
pájaros, ahora desde temprano se escuchan los camiones.
Ante
la pregunta 8 sobre emprendimientos asociativos, las tres optan por trabajos
individuales, y no cooperativos. “Para formar un grupo está complicado, tenés
que fijarte bien, cómo es la persona. Han hecho microemprendimientos y no han
funcionado. Individual sería más fácil, es la responsabilidad de cada uno”.
Otra
dice: “familiar sí, con vecinos sería complicado. No sé qué responsabilidad
tiene él”.
La
tercera: “Comunitario no, individual. Los vecinos no se pueden ni ver. Están
todos peleados, por lo menos en mi cuadra están todos peleados” (agrega con una
sonrisa).
“No
se usa mucho el diálogo, si los chicos se pelean por ejemplo, no hay diálogo:
van y te amenazan”.
Pregunta
9 sobre aspectos positivos y negativos del barrio: Los positivos, la escuela
cerca, el río cerca, y lo mismo el centro de salud. Una dice que su abuela
también vive a pocos metros de su casa.
Lo
negativo: la droga y la violencia. “La
misma adicción los lleva a robar, amenazar, a matar. Le roban a sus padres
incluso”.
Una
aclara que ellos no tienen miedo, porque “con los del barrio no se meten.
Saludan, a mí nunca me faltaron el respeto”.
Dicen
que existe violencia, se escuchan gritos, tiros. Una de las entrevistadas debió
abandonar la entrevista por un llamado telefónico, debido precisamente a un
hecho de inseguridad justo cuando hablaban del tema. Cuando los entrevistadores
salieron, ya concluida la consulta, había una cuadra conmocionada, con los
vecinos afuera y dos patrulleros.
“Ahora
está un poco mejor porque hay varios presos.
Falta que metan adentro a dos o tres. A esos les espera la reja o cuatro
metros bajo tierra, por el camino que van”, comenta una.
Consultadas
sobre la posibilidad de capacitación en rubros de la producción, las dos entrevistadas
que quedan aceptan que asistirían a cursos. Aunque una quiere ser maestra o
profesora de educación física y la otra guardiacárcel.
Comentan
que en el templo vecino solían entregar pollitos pero exigían para ello una
capacitación de tres días. Lo mismo con
planas frutales. Pero este año eso no se dio.
Recuerdan
que la municipalidad entrega pollitos en calle Colón, sin capacitación previa.
Hasta 10 aves por familia.
Consultadas
por el plan Pro huerta del Inta, dicen que no lo conocen.
Las
dos sugieren que si un día llegara capacitación tendría que ser algo
permanente, con continuidad, “que no se pierdan”, porque de lo contrario los
emprendimientos se abandonan.
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20-MOJONES
SUR – SETIEMBRE 2018
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuesta a joven docente rural de Mojones Sur,
departamento Villaguay.
1) Los
Conocimientos los obtuve de libros, investigando en internet y con miembros de
pueblos originarios y campesinos. En relación al cultivo de vegetales conozco
la importancia de la asociación de cultivos, rotación, y preparación de
biofertilizantes orgánicos a base de bosta de vaca y otros. Mucha información
de agricultura regenerativa en especial sobre la utilización de caldos y algo
de agricultura biodinámica. Aunque todavía no pude realizar muchos preparados.
En labranza utilizamos diversas técnicas, dependiendo de la dimensión del
espacio lo hacemos con Laya, asada o arado y tractor. En el sector huerta
incluimos gallinas ponedoras que colaboran con la labranza y brindan huevos. En
el sector ganadería bovina prácticamente no participo aunque tengo varios
saberes sobre manejo de monte mediante parcelas, destete, alimentación. Y sobre
usos medicinales de las plantas sigo aprendiendo pero considero que todas las
plantas en diferentes medidas son medicinas, tengo algunos libros y materiales
al respecto.
2) El éxodo ha
sido notable cada vez quedamos menos luego del boom de la soja y las precarias
condiciones laborales.
3) Muchos
productores son ganaderos, aunque hay grandes estancias agrícolas que se
dedican elementalmente a la soja, aunque actualmente algunas se encuentran en
crisis por tener las tierras cada vez más infértiles y depender de las
multinacionales. Acá en casa la mayoría de verduras las obtenemos de nuestra
producción, estamos iniciándonos cómo productores agroecológicos con mi
compañera.
4) He visto
grandes hectáreas de desmontes, fumigaciones con agrotóxicos y sus innumerables
problemas para la salud, mortandad de peces y abejas, eliminación de la
biodiversidad, contaminación en las
aguas, dependencia a las multinacionales por parte de los productores,
perforaciones termales (para extraer hidrocarburos), eliminación del monte
nativo y una casta política orientada a sostener este sistema.
5) Lo veo por eso
volví al campo con mi compañera para hacer agroecología. Es la salida generando
gran cantidad de empleos y produciendo alimentos de calidad. Soberanía
alimentaria.
6) Es muy relativa
la cantidad de hectáreas pero de una para arriba. En cuanto a servicios luz
eléctrica y agua. Además de algún tractor y arado para ahorrar en labranza.
Para el intercambio el principal problema en este momento es el transporte de
la cosecha
7) Servicios
fundamentales para la producción son agua y luz. No vendría mal educación y
salud de calidad. No tenemos vivienda propia, paramos en la casa de mis padres,
aunque estamos intensionando una bioconstrucción. Nos gustaría vivir al lado de un algarrobo.
8) Aún hay algunas
resistencias a lo colectivo. Pero con paciencia lo vamos logrando.
9) Vivo en una
zona rural y me encanta este espacio. Aunque no tuve inconvenientes con los
barrios cuando me tocó.
10) Trabajo en
muchas cosas: producción hortícola, albañilería, cuando salen suplencias
docentes, estoy tratando de volver a hacer apicultura. Me encantaría poder
dedicarme enteramente al trabajo en la tierra, mejor aún si es colectivo. Y
estoy dispuesto a cualquier capacitación.
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21-AVIGDOR
– SETIEMBRE 2018
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
PRIMERA ENCUESTA. Técnica Agropecuaria, egresada de Antequeda,
despedida de la SAF el 29 de abril 2018, edad 33 años aprox.
1-El conocimiento es
una mezcla de lo empírico heredado de mi madre y de científico (por decirlo de
alguna manera) adquirido en la escuela secundaria. Y luego con capacitaciones.
2-El éxodo rural se ha
manifestado en mi zona de igual manera que en zonas aledañas, se nota mucho en
jóvenes de un rango de edad que va desde los 15 a los 24 años aprox. Y en su
mayoría se van a Santa fe o Córdoba en
busca de fuentes de trabajo que faltan en la zona. Y si bien no van por
trabajos dignos, encuentran allá casa y un sueldito.
La otra franja es de
personas mayores (en edad jubilatoria) que han trabajado sus tierras (de 30 a
100 ha) toda su vida y hoy cansados de
tanto trabajo y poca recompensa deciden vender o arrendar sus tierras e irse a
vivir a los pueblos más cercanos, donde además cuentan con servicios que el
campo son impensados, sobre todo de salud.
3-En esta zona se ve
cada vez menos la cultura de cultivar los alimentos, el 80% de los alimentos
provienen de otras ciudades. Y no es por falta de tierra o de saberes,
simplemente que se está perdiendo el hábito del consumo de frutas y verduras
frescas. Basando la alimentación al consumo de proteína animal y carbohidratos.
Además el mal manejo los lleva a perder la batalla con las hormigas, gallinas
de los vecinos, aviones fumigadores que pasan por sobre las casas perdiendo
venenos (se han secado gran cantidad de frutales y muerto muchas colmenas). Y
el clima que en verano el sol está demasiado fuerte y en invierno las heladas
se notan cada vez más. Además de las terribles sequías e inundaciones que viene
sufriendo nuestra provincia.
4-Como ver se ha visto
mucho. Y nada bueno. La contaminación se ve en todos los espacios, desde algo tan
chico como la contaminación que genera una familia en su casa como la q generan
grandes empresas.
En el campo, tanto
pequeños productos, campesinos y trabajadores transitorios agropecuarios queman
su basura o la entierran en pozos hechos por ellos mismos, esto se debe a la
falta de recolección de residuos y a la escasa información que tienen sobre los
agentes contaminantes.
En cuanto a los
grandes productores: es común verlos cargar agua o lavar sus herramientas en
cauces de agua que están en las mismas chacras en las que están trabajando.
Como así también dejar en el campo los contenedores de agroquímicos o
regalárselos a los vecinos o puesteros para que usen lo que les queda de veneno
y luego reutilicen los envases para transportar líquidos, en muchos casos agua
para consumo humano y animal.
5-Lo imagino, pero
para eso debe haber muchos cambios en la forma de trabajar y cultivar la
tierra. Se necesitan políticas que favorezcan el desarrollo rural y la economía
regional. Se debería apuntar a la producción responsable con medio ambiente y
económicamente rentable achicando las distancias (intermediarios) entre quien
produce y los consumidores. También acercar servicios, a los centros
rurales, básicos como salud, energía y agua potable. Y otros como internet
y buena señal para la telefonía celular.
De esta manera los
jóvenes no tendrían necesidad de irse de sus tierras porque tendrían todo en
sus propias casas.
6-En mi opinión no es
una cuestión de espacio el tema de la huerta. Pero se estima que con 40 o 50m2
una familia de 4 integrantes puede abastecerse de frutas y verduras de
estación. Personalmente creo que es un problema de tiempo, esfuerzo y
dedicación que generalmente recae en la mujer de la casa (que es esposa, madre,
lavandera, cocinera, recolectora de leña y en muchos casos de agua. Qué ganas
puede tener una persona de hacer huerta si no tiene tiempo y si además debe
trabajar la tierra y acarrear agua, cuando muchas veces es la única que consume
las verduras porque a la gran mayoría de los hombres se les ha inculcado que
deben consumir proteína animal por el trabajo que realizan.
Es necesaria la
incorporación de talleres y jornadas (los temas serían: alimentación saludable,
cocina, roles y funciones de todos los integrantes del grupo familiar, etc. Asistencia
técnica productiva y de comercialización, recuperación de saberes, conservación
consciente de los alimentos) donde asistan todos los integrantes de la familia,
no solo la mujer como acurre siempre.
7-Los servicios
fundamentales ya los fui nombrando anteriormente, pero en lo personal creo que
se trata de que no haya diferencia en los servicios con los que cuentan las
personas de ciudades y los habitantes rurales (no tener que hacer 25km para
poder colocarse una inyección o medirse la presión arterial, y todo lo que
tenga que ver con salud, caminos intransitables todo el año, cajeros
automáticos, terciarios o facultades, comercios justos, todo esto más cerca)
En cuanto a la
autoconstrucción de viviendas me parece que primero se debería avanzar con la
solución al problema de tenencia legal de la tierra y que cada familia. Una vez
siendo realmente dueños de sus tierras recién avanzar con capacitaciones y
permanente acompañamiento en el proceso de construcción.
8-En la actualidad se
ha perdido de tal manera el sentido de asociativismo que la gran mayoría
prefiere pagar el doble por la misma cantidad de insumos a tener que correr el
riesgo de hacerse cargo de pagar un extra si al vecino le va mal un año.
Son totalmente
consientes de los beneficios del asociativismo y el cooperativismo pero la
desconfianza es mayor. Llevarían muchos años de trabajo contínuo y
acompañamiento.
9-Antiguamente se
prefería la vida del campo pero hoy es tal "la soledad del paisaje"
que la mayoría prefiere vivir en un pueblito o ciudad pequeña y viajar todos
los días al campo a trabajar. De hecho es tanto el aislamiento (ni hablar en
temporadas de lluvias) que se van generando adicciones (alcoholismo por
ejemplo), que sumado a otras vivencias terminan en violencia doméstica (aclaro que
no estoy justificando la violencia de ningún tipo). Sé de casos de mujeres que
están solas todo el día en el medio del campo porque sus hijos crecieron y se
fueron lo antes posible del campo, y su marido está trabajando en otros campos
desde que sale el sol hasta que oscurece. Y en esa soledad aparecen
enfermedades tales como obesidad, estados de ansiedad, hipertensión arterial,
depresión, etc
Lo bueno de vivir en
el campo es la posibilidad de producir mayor cantidad y variedad de alimentos
(huevos, leche y sus derivados, corderos, chivos, aves, caza y pesca, etc. )
10-En la actualidad me
desempeño como comerciante, pero trabajé 15 años asesorando y acompañando a
pequeños productores agropecuarios y mujeres campesinas.
Siempre soñé con poder
volver a vivir en el campo produciendo mis propios alimentos de manera sana y
con los tiempos propios de cada producción. Pero veo cada vez más lejos esa
posibilidad ya que hoy por hoy no basta con uno producir sanamente, sino que se
debe estar pendiente de la forma de
trabajar de los linderos ya que con solo una deriva de fumigación se puede perder meses y años de trabajo, sin
contar con los efectos nocivos en la salud.
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22-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen
convivir.
SEGUNDA ENCUESTA. Madre e hija (70 y 40 años aproximadamente),
llegadas al poblado de Avigdor junto a su familia a finales de los 80,
principios de los 90, asentados en terrenos donados por una de las estancias
que rodea el pueblo destinados a barrios que hasta el día de hoy no tienen
escritura.
1-El
conocimiento viene de los hábitos en las huertas familiares transmitidos
generacionalmente para autoconsumo, y luego con las capacitaciones de los
programas de prohuerta y SAF. Ahora en el pueblo se vende el excedente a vecinos,
y se pasa la información de venta de boca en boca. El uso medicinal de las
plantas ha sido reemplazado químicamente pero en la actualidad está volviendo.
Saber transmitido de generaciones.
2-La
juventud se fue mucho a la ciudad en busca de trabajo. Es igual año tras año
porque en el pueblo no hay suficiente trabajo.
3-Se
participa en proyectos familiares que propone el INTA, grupos solidarios
“fundación judaica”, aportes, donaciones de familias particulares de afuera.
4-En
esta pregunta tuvieron reparos en responder, aduciendo que preferían no
contestar, pensando en que solo iba direccionada al uso de agrotóxicos. Luego
de explicar el sentido amplio de la pregunta responden “ El humo de los
basurales domiciliario, el reciclado etc.”
5-“A
largo plazo sí, mientras están estudiando, mis gurises dicen que quieren
aprender en la Agrotécnica seguir estudiando afuera y volver al pueblo con una
profesión relacionada al trabajo del campo.
6-Hay
gente que le falta incentivo para trabajar, en el pueblo la mayoría tiene un
mínimo espacio para al menos una pequeña huerta.
7-A
la casa de material al fuimos haciendo de a poco, y ahora van construyendo los
demás hijos en el terreno. Antes prefería la zona rural, vivíamos en un
puestito de una estancia donde era peón mi marido, pero no teníamos luz ni agua
corriente, ahora prefiero acá el pueblo, no la ciudad.
8-Falta
trabajar en comunidad. En particular en ocasiones hay preferencia en trabajar
individual por cuestiones de comodidad personal en la administración de los
tiempos.
9-Lo
negativo es la quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía
pública. Positivo sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda
mutua. “Cuando se trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
10-Lo negativo es la
quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía pública. Positivo
sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda mutua. “Cuando se
trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
11-Capacitaciones
y herramientas entraban y entran, con proyectos en su momento con el ministerio
de desarrollo social, enfermera rural, la SAF y con proyectos del INTA.
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23-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
TERCERA ENCUESTA. Estudiante de escuela Agrotécnica Antequeda 17
años,
1) Los conocimientos que tengo sobre temas de
producción agropecuaria los he aprendido de diversas maneras, principalmente en
el cursado de la escuela E.E.AT N°15 M. P. Antequeda, otro, desde la enseñanza
de mis padres heredada de sus padres y así sucesivamente. Tengo conocimientos
básicos.
2) Para mí el éxodo rural se ha manifestado
hace mucho, en esta época es prácticamente nulo. Admito desconocimiento en el
tema, pero creo que por falta de trabajo y políticas que impulsen a los
pequeños y medianos productores y por ende atraso tecnológico.
3) Las comunidades participan de la producción
como obreros o peones de agricultura extensiva o producción ganadera. El origen del alimento que consumen en su
mayoría es industrializado, como en la ciudad. Son muy pocas las huertas
familiares y las vacas carneadas por la familia consumidora.
4) Me preocupa la utilización indiscriminada
de agroquímicos, sobre todo cerca de los asentamientos de personas (puestos,
escuelas, pueblos). También el mal uso de prácticas agrícolas que llevan a la
degradación del suelo.
5) Me parece que sí, que se está introduciendo
cada vez más la cultura de cuidar, me parece que se está comenzando a entender
que el tiempo es hoy. Me parece que falta acompañamiento estatal, una fuerte
política orientada a la creación de fuentes laborales teniendo en cuenta el
cuidado ambiental.
6) Las hectáreas dependerían de la familia, el
problema radica en que no todas las familias tienen un espacio suficiente y una
huerta comunitaria no creo que funcionaria. No sabría responderla con
fundamento.
7) Me parece que sería importante impulsar a
los pequeños y medianos productores, para que la gente pueda vivir de su
producción, no que sea una forma de ingreso complementaria. Me parece que así
se formaría empleo y el campo en cierta medida se repoblaría, aunque sea algo.
Creo que la mayoría tiene vivienda perteneciente al dueño del establecimiento.
Yo pienso que sí. En mi caso, me cuesta imaginar mi vida en Avigdor. Quiero
vivir en un lugar donde pueda trabajar de lo que me gusta, pero tener la
posibilidad de elegirlo yo.
8) En mi caso, que tengo ya mi huerta prefiero
individual. Pero no tendría problemas en
emprender en conjunto.
9) Los aspectos positivos de la vida en los
barrios de Avigdor es la tranquilidad y confianza de su gente, mucha paz.
Todavía se pueden ver todos los gurises del barrio jugando, o cerras sin llave
las puertas y vehículos. Como negativo no creo que haya mucho, quizás la calle
de tierra que se hace barro cuando
llueve, no se me ocurre mucho. No prefiero ni puramente una ni otra,
rescato cosas de ambas.
10) Mi madre es directora de radio de Jardines
de Infantes en Bovril. Mi padre docente jubilado, productor pecuario y apícola.
Me gustaría trabajar de médico. Me
interesan mucho las prácticas de conservación del suelo y de los demás bienes
naturales. No se me ocurre nada a aplicar en este momento. Con gusto aceptaría
capacitación.
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24-MACIÁ - SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen
convivir.
Encuesta a Estudiante Terciario.
1-Conozco la
chacra donde se puede trabajar las tierras, sembrar diferentes variedades de
cultivos (frutas, verduras, plantas medicinales, pastoreos, cereales),
cultivar, criar diferentes clases de animales. Estos cultivos pueden ser
tratados con agroquímicos y fertilizantes, y eso no beneficia al entorno humano
y animal.
Yo en particular
he aprendido en la escuela Agrotécnica y en el campo.
2-El éxodo en la
zona se ha manifestado en la manera que algunas personas se han ido a otro
lugar para llevar a cabo sus estudios y en algunos casos trabajar en la ciudad
donde los desempeñan, o en otros directamente por falta de trabajo en la zona
por sus formaciones, personas mayores que dejan a cargo sus campos a herederos
o los venden o los arriendan, u otros motivos algunos.
3-Las comunidades
de la zona participan en la producción, algunos trabajando como propietarios en
familia y otros con personal.
Los alimentos que
consumimos son cosechados en la chacra (verduras, frutas, carne, etc.).
4-Hemos visto y
nos preocupa en torno a la protección y contaminación del ambiente que no se
tiene cuidado en el contacto con los bidones y su sustancia en cuanto a la
vestimenta y el roce con la piel, tampoco la dirección y velocidad de los
vientos ya que la persona lo aspira o entra por los poros, ni tampoco la
distancia que hay con las viviendas, escuelas, lugares en si donde circulan
seres vivos, muchas veces te pueden estar fumigando y es un veneno.
5-Sí maginamos a
los chicos trabajar con el suelo y en algún rubro relacionado a él ya que no
hay nada que se los impida, ni tampoco en algunos casos que ellos requieran el
cuidado en cuanto a las fumigaciones y/o luchen para que se prohíban, se ve un
tanto complicado ya que se ha luchado mucho tiempo con eso y no se ha logrado
“nada” como lo hacía Fabián Tomasi.
6-Para hacer
huerta en la familia necesitaría 1 hectárea para los que vivimos en la casa;
necesitaría un arado, disco, rastra, tractor, azada, pala, rastrillo, semillas,
agua, personas laborables, etc. Para el intercambio o comercio de los productos
necesitaría estar autorizado para poder llevarlo a cabo, un transporte para
trasladar la mercadería, tener elementos varios para llevar los productos
(cajones, bolsas, etc).
7-Los servicios
que consideramos fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas como por
ejemplo viveros, criaderos de pollos, tambos: siempre y cuando sean puestos
laborales en blanco y, con seguridad y permanencia del mismo.
Se les haría una
vivienda para cada familia.
Sí nos gustaría
tener vivienda por auto construcción.
Nos gustaría vivir
en el campo, pero según las circunstancias donde tenga trabajo se puede dar que
emigre hacia la ciudad por falta de empleo.
8-No, no veo
disposición con los vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos.
Preferimos
actividades individuales ya que podemos tomar decisiones por nuestra cuenta.
9-De la vida en
los barrios, lo negativo es el ruido continuo, las “malas caras”, al no conocer
no poder dejar confiado algo a la vista, etc.
Lo positivo, en
caso de que me suceda poder pedir una ayuda inmediata, tener buena relación con
el entorno en algunos casos, ser servicial, etc.
La vida rural a
comparación de la urbana, es más tranquila, lejana al pueblo o ciudad, es otra
vida muy diferente, etc. Y la urbanidad es más poblada, cerca al pueblo o
ciudad y más insegura.
Preferentemente
elijo la vida rural.
10-Actualmente yo
trabajo en un supermercado y mi madre en tambo en zona rural.
En el futuro me
gustaría volver a mis raíces pero como lo veo complicado: me gustaría llegar a
mi objetivo, ejercer mi profesión.
En el caso de
recibir la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo elegiría
sembrar cereales y oleaginosas, pasturas.
Tractor, arado,
disco, rastra, desencontrada, sembradoras, cosechadoras y otras maquinarias
necesarias.
Si aceptaría
capacitación de alguno de esos rubros.
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25-PARANÁ–
OCTUBRE 2018
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuesta
a 11 a estudiantes de ambos sexos de quinto y sexto año del secundario en la
escuela Guadalupe, en la zona oeste
de Paraná cerca del Volcadero (residuos).
Lunes
1ro. de octubre 2018
-Los
estudiantes se mostraron atentos con el tema propuesto, interesados, cuatro de
ellos muy participativos. Los profesores explicaron que en la zona son
“bicheros” porque viven cerca del río, con espacios abiertos. De los once, diez
se mostraron abiertos a recibir capacitación en temas de la producción y
alimentos.
1-Una
estudiante explicó que en su casa tienen unas quince gallinas, con pollitos,
alimentadas con maíz quebrado, cuatro patos, conejos, y supo tener una nutria.
Dice
que cuando ella era chiquita su madre cultivaba una “huerta gigante” pero ya
no, porque se mudaron y carecen de espacio.
Otra
alumna dijo que se crio en la zona rural de Tabbosi, conoce de campo, tambo,
andar a caballo y ha visto colmenas.
Otros
explicaron que conocen rudimentos de huerta gracias a los profesores que se
encontraban presentes. La escuela tiene un predio pequeño.
Un
estudiante dijo que sus abuelos vivían en el campo y se vinieron a la ciudad.
Admite que esos conocimientos se fueron perdiendo, pero en su casa se habla de
asuntos rurales.
2-Los
estudiantes no dieron detalles importantes sobre el éxodo. Una alumna explicó
que sus primos del campo se fueron a estudiar a Paraná y Santa Fe y estimó que
no regresarán a su zona.
3-Casi
todos coincidieron en que la fuente de sus alimentos es la verdulería y la
carnicería, no hay productos del barrio.
Una
alumna dijo que una vecina (medio pariente) los convida con calabazas, choclos,
que saca de su huerta. Casi todos se mostraron alejados de la producción de
alimentos, aunque admitieron en algunos casos tienen un par de naranjos, por
caso, o un limonero. En el barrio, una de las alumnas tiene verdulería en su
casa, pero compran afuera, no hay producción propia. Algunos saben que pasan
vendedores ambulantes, pero no es habitual que sus padres les compren.
Consultados
sobre el espacio en sus casas, la mayoría admitió que tendría un pequeño lugar
donde cultivar alimentos. No tienen gallinas ni huerta, pero de los 13
presentes (incluidos los profesores), 11 admitieron que sí tienen entre uno y
dos perros y otras mascotas.
4-Sobre
la contaminación, admitieron que la costa del río está contaminada y que
existen minibasurales. En varios casos explicaron que vándalos quemaron los
contenedores colocados por el municipio.
Reconocieron que desde hace un tiempo ha disminuido la quema de basura
en el Volcadero, ubicado a dos cuadras de la Escuela. Admitieron que la mayoría
de sus casas no tienen cloacas.
Invitados
por los profesores, varios alumnos participan de marchas a favor del ambiente y
contra el uso del glifosato, que se realizan los mares en el centro de Paraná.
5-Sobre
la posibilidad de emprender trabajos en relación con el suelo, cuatro de ellos
dijeron que sí lo harían, si existieran posibilidades. En los otros no hubo
mayor interés.
7-“Yo
me quiero ir a vivir al campo”, dijo una estudiante. Otros admitieron que lo
harían, pero en una zona cercana a la ciudad. Todos, con excepción de uno,
dijeron que les gustaría tener una casa por autoconstrucción.
8-Sólo
una alumna, de los 11, dijo que le gustaría trabajar en algo comunitario,
asociativo. Todos optaron por una labor individual. ¿Las razones? “Los vecinos son una lacra de
mierda”, sintetizó una de ellas. Otra dijo: “son malas personas, se roban
mutuamente”. La que estuvo de acuerdo con lo comunitario hizo bromas pero dijo
que mientras en otros lugares los vecinos se pelean, no ocurre eso con sus
propios vecinos. Ella misma se mostró muy participativa y desenvuelta.
9-Los
aspectos positivos de vivir en un barrio, según los estudiantes: -jugar al
fútbol con amigos; -todos van a la escuela caminando, les queda entre dos y
cinco cuadras, y lo mismo el centro de salud. Los negativos: -a mala onda con
algunos vecinos, la inseguridad. “Este año en mi barrio hubo sólo dos muertos”,
celebró una joven. Dijeron que también en la escuela el año anterior se
vivieron varios episodios de violencia interna, y en este ciclo la situación se
había calmado. Lo mismo reconocieron los profesores “En enero, al empezar el
año, mis vecinos se cagaron a trompadas”, explicó una estudiante.
Otra
hizo hincapié en algo que consideró muy negativo: la venta de drogas. “Hay muchos
vendedores”, lamentó. Nadie la contradijo.
Otro
aspecto negativo: hay muchos estudiantes que dejan la escuela y se van a
trabajar al “Volca” (por el Volcadero de residuos).
10-Todos
los estudiantes se mostraron dispuestos a recibir capacitación en temas
vinculados a los alimentos. Aunque sus expectativas pasan por otro lado: una
quiere estudiar enfermería, otra ser peluquera, los demás proyectan estudiar
abogacía, artes visuales, contabilidad, educación física, diseño gráfico (o
veterinario de exóticas) y uno militar.
La
escuela da el título de bachiller. Los estudiantes admitieron que salen sin un
oficio definido.
Todos
los estudiantes se mostraron desenvueltos y con ánimo, participativos y
atentos. Casi todos admitieron que en su familia podrían pagar sus estudios
aunque con esfuerzos, pero algunos (tres o cuatro) dijeron que trabajarán y
estudiarán al mismo tiempo. No supieron decir en qué rubro. “Yo pienso pedir en
el municipio para tener algo, aunque sea”, arriesgó un estudiante. Pese a ello,
se mostraron dispuestos a encarar diferentes oficios.
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26-PARANÁ–
MIRCOLES 3 DE OCTUBRE 2018
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Segunda
Encuesta Escuela Guadalupe de Paraná
16
chicas y muchachos más un profesor.
Sólo
cuatro de los 16 estudiantes reconocieron que aún no tienen decidido qué
estudiarán.
Los
demás eligieron educación física, acompañante terapéutico, gendarmería, maestra
jardinera, contadora, criminalística, escuela Sargento Cabral, bioingeniería,
trabajo social. Todos se mostraron dispuestos a una capacitación en rubros de
la producción, y entusiasmados con la auto construcción de sus viviendas. En
general, no tienen conocimientos de producción de alimentos pero sí lazos a
través de sus vecinos, parientes, y abuelos que fueron campesinos. Aunque son
de Paraná, están terminando el secundario y sólo dos de los 16 dijeron que
saben nadar. Tampoco el profesor sabe. Como en otros casos, mostraron cierta
tensión con la vecindad, y por eso poco entusiasmo por probables emprendimientos
comunitarios, aunque sí se mostraron dispuestos a vivir en zonas rurales o
semiurbanas.
1-Los
estudiantes dijeron conocer poco sobre agricultura y chacra en general. Su vida
es más urbana. Pero a poco de indagar, una dijo que sus vecinos tienen gallinas,
otro que tienen una pequeña huerta con calabazas y cebollas. Uno tiene una
parra con uvas negras en casa, otra toronjas, dos hablaron de sendos limoneros,
otro un naranjo, otro tiene un vecino
con níspero y los convida.
Un
estudiante dijo que tiene abuelos cerca de Rincón del Doll y que suele
visitarlos, por eso conoce algo de animales y sabe andar a caballo.
Otro
sabe que sus abuelos vinieron desde el norte, en el límite entre Paraná y La
Paz, donde eran peones en ganadería. Una estudiante dijo que sus abuelos
vinieron de Nogoyá, adonde quedaron unos tíos con los cuales no se visitan. Lo
mismo dijeron otros, que tienen un tío en la zona de Nogoyá, en una ciudad que
no recordaban si es Hernández o Aranguren, donde crían pollos.
3-El
origen de los alimentos que consumen es la verdulería, la carnicería, los
comercios vecinos, el supermercado Walmar que queda a 12 cuadras de allí. En
casi todos los casos.
Una
dijo que tienen orégano y albaca en casa, otra comentó que en el patio tienen
algo de perejil y otra, lechuga, pero en general, nadie sabe de huertas con
excepción del estudiante que había comentado de sus abuelos en Rincón del Doll.
Consultados
por el espacio en sus casas para hacer una huerta, 4 de los 16 dijeron que no
cuentan con espacio, los demás tienen terrenos aunque pequeños. Y 5 no tienen
perros, los demás tienen uno o dos perros en cada familia, una estudiante tiene
4 y otro más de 7 u 8 perros. Nadie tiene gatos. Uno tenía, pero se lo mataron
los perros. Por eso deduce que sería difícil tener gallinas. Lo de perros sí, huertas
no, se reitera en muchas entrevistas.
4-De
los problemas ambientales no hubo quejas importantes. Sí dijeron que se forman
minibasurales alrededor de los contenedores, que en el volcadero suelen
producir humo aunque todos coincidieron en que el problema es menor que en años
anteriores, y que la planta recicladora larga cierto olor. Dijeron que el río
está contaminado, pero no agregaron más, y consultados por los agrotóxicos, no
agregaron nada.
7-Preguntados
por la posibilidad de la construcción de viviendas propias, hubo una respuesta
positiva con entusiasmo. “Sería un sueño cumplido”, sintetizó un estudiante.
Sólo una de las entrevistas dijo que no le gustaría porque en caso de pelearse
con su pareja no sabrían qué hacer, y ese comentario sirvió de comidilla para
distintas bromas. Uno adelantó que le gustaría vivir en la tranquilidad del
campo.
8-Sobre
probables emprendimientos comunitarios, cooperativos, la respuesta de todos
casi por unanimidad fue contraria. Prefieren acciones individuales. “Teniendo
en cuenta cómo son los vecinos, prefiero algo individual”, dijo uno y recibió
la aprobación de los demás.
Otro
se preguntó por qué no intentar algo en grupo. Una agregó que “si no queda
otra”, trabajaría en grupo.
Para
resumir, insistimos en preguntar si harían algo con los vecinos y respondieron
que no. Alguien aportó “depende con qué vecinos, porque algunos son unas
víboras”.
“Cuando
no los precisás salen a chusmear, cuando los precisás porque te roban, nadie
aparece”, agregó una alumna.
9-Preguntados
sobre aspectos positivos del barrio, reconocieron que la cercanía con la
escuela, la atención de la salud y los comercios. Todos gozan del servicio de
agua potable aunque reconocieron que se corta varias veces en el año.
“Lo
positivo de mi barrio es que los vecinos te dan hielo cuando no tenés heladera,
y yo los convido con sal”, dijo una estudiante como ejemplo.
Entre
los aspectos negativos mencionaron, en principio. “la música a pleno, siempre”.
Luego
mencionaron los olores de la planta de reciclado. La violencia “trompadas todos
los días”, “un par de muertos”, “bastante droga”, sumaron.
Sobre
la inseguridad dijeron que son habituales los robos del celular. Preguntamos a
quién le han robado el celular, y alguien dijo “a quién no”, pero luego
admitieron que sólo dos de los 16 habían sufrido ese tipo de robo.
Consultados
sobre la posibilidad de vivir en una zona rural o semi urbana, casi todos
dijeron que les gustaría contar con un terreno grande con árboles, y hubo
expresiones de entusiasmo en ese sentido.
10-En
general los alumnos eligen carreras vinculadas a los servicios (como
anticipamos en el primer párrafo), pero con la excepción de una sola
estudiante, todos se mostraron dispuestos a una capacitación en temas de la
producción, sea sobre apicultura, gallinas, huerta, etc.
La
mayoría de ellos no trabaja actualmente, sólo una dijo que hace changas, y otro
reconoció que en vacaciones es albañil.
Una
alumna asiste con su hija de dos años, y otras dos tienen familia.
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27-PARANÁ–
30 DE OCTUBRE 2018
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados: 27 estudiantes y profesores, de ambos sexos, de la Escuela Neuquen en turno noche, que involucra a los barrios
Belgrano, Mitre, la Delfina y Villa 351 de Paraná.
Los
estudiantes y docentes se mostraron participativos e interesados en la
problemática del arraigo, el origen de los alimentos, la producción, y a la vez
bastante alejados de las tareas de la chacra pero con algunos vínculos por sus
abuelos. Solo una chica de los 27 entrevistados dijo que no estaba interesada
en capacitación, por caso.
Fue
llamativo que, luego de hacer una valoración conjunta de las prácticas comunitarias
y asociativas en nuestra historia regional, todos se manifestaron a favor de
trabajos individuales y no comunitarios.
En
el grupo nos encontramos con estudiantes y docentes con padres y abuelos en
Carcarañá, Villaguay, Nogoyá y Diamante, que en esas localidades tenían
relaciones con la tierra, criaban animales y hacían huerta. Pero ellos, en
Paraná, no pueden en general por falta de espacio o de costumbre.
A
la pregunta primera sobre los conocimientos, una decena de los 27 aportó algún
vínculo con las huertas. Una alumna tiene en su casa un espacio de cuatro por
cinco metros, más o menos, con choclos y zapallos. Una profesora planta
aromáticas en macetas. Sus abuelos, que
vinieron de Mendoza, tenían huertas y olivares. También tienen en su casa un
limonero, una lima y frutillas.
Un
alumno anotó en su casa un naranjo y un pomelo. Una docente dijo que un vecino
tiene níspero. Otra docente, que su mamá tiene frambuesas, frutillas, limoneros
y naranjos. “Siempre tuvimos terreno, mi papa tenía huerta, y mi abuela
gallinero cuando éramos chicas”.
Una
profesora apuntó que sus sobrinos en Rosario reciben conocimientos de huerta
desde el jardín de infantes, y por eso su mamá (la hermana de la encuestada) se
mudó de un departamento a una casa con terreno, para hacer huerta.
Una
estudiante dijo que sus padres y abuelos son de Carcarañá (Santa Fe). Su abuelo
criaba pollos y trabajada en un frigorífico.
Pero hoy ella vive en un departamento en Paraná.
Otra
docente explicó que tiene abuelos en Villaguay. Siempre tuvieron gallinas,
cerdos. Algunos de sus tíos siguen trabajando en el campo en la zona de Villaguay.
Tiene sobrinos que hacen compost y cuentan con una pequeña huerta con perejil…
Otra
docente explica que es oriunda de Nogoyá. Sus abuelos por parte materna vivían
en el campo. En Nogoyá queda parte de la familia.
Otra
encuestada es de Diamante, sus abuelos crían animales (en la actualidad). Ella
vive en un departamento en Paraná. “A los nietos no nos interesa mucho el
campo, es mucho trabajo, todos los días, levantarse temprano”…
Pregunta
2. Sobre el éxodo. No hubo respuestas. No fue visto, en este grupo, como un
problema. La mayoría dejó la impresión de que no conocen el éxodo. Solo una
profesora dijo que tiene una prima mayor que se fue de Villaguay a una zona
rural de Santa Fe a hacer el tambo con su familia.
Pregunta
3. Sobre el origen de los alimentos. La mayoría absoluta admitió que compra en
comercios del barrio, verdulerías, carnicerías, y algunos en supermercados. Un
estudiante dijo: “Mi abuela tiene huerta pero saca para consumo de ella nomás”,
lo cual provocó la risa de sus compañeros.
Quedó
claro que nadie produce sus alimentos, y nadie tiene vecinos que compartan algo
de la huerta o huevos.
Una
encuestada explicó que, como es celíaca, su madre le prepara mermeladas y
dulces con frutillas de su casa u otras frutas regaladas, duraznos por caso.
Un
estudiante dijo: “es mejor cosechar en casa”. Con la idea de que los frutos
serán frescos y sanos.
Una
profesora aportó que los dueños del departamento que ella alquilaba solían
comprar en el campo y convidarla. Otros valoraron algunas ferias donde se
venden verduras y productos caseros, incluso algunas ferias organizadas por el
sindicato Agmer.
Pregunta
4. Contaminación. Lo primero que se escuchó fue: basura en el barrio, y
pesticidas en el campo.
“Tengo
un conocido que alquila campo y la mamá tiene cáncer culpa de los
agroquímicos”, dijo un estudiante.
Sobre
los basurales, dijeron que hay menos que antes, pero en general ¡es una mugre!
Los
residuos domiciliarios no se separan, y algunos contenedores de basura son
quemados por vándalos.
Dos
estudiantes dijeron que ha disminuido la plantación de árboles en el frente de
las casas y en los fondos.
Pregunta
5. Si imaginan trabajando en relación con el suelo. Varios admitieron que sí,
imaginan trabajar la tierra. “Mi gusta,
mi abuela me inculcó hacer una huerta”, dijo un estudiante. Otro dijo que lo
haría para consumo personal. No hubo rechazo a esta alternativa.
Pregunta
7. Sobre los servicios para vivir en zona rural y la vivienda por
autoconstrucción. Se escucharon expresiones de aceptación, con la idea de hacer
viviendas incluso con materiales de la zona.
Una profesora puso como reparo el problema de la distancia con el
trabajo actual. Respecto de los servicios necesarios apuntaron: luz, agua, gas,
internet, cable, asfalto o vivir cerca de la ruta.
“Yo
me iría pero cerca de la ciudad, tengo miedo de arrepentirme”, comentó una
profesora.
Pregunta
8- Sobre emprendimientos comunitarios o individuales. Lo primero que se escuchó
fue: “individual, porque hay uno más vivo que el otro”. Lo siguiente: “mis vecinos son aislados,
tienen una frialdad… ni pelota te dan”. Un estudiante aclaró: “tendría que
haber mucha confianza”. No hubo, entre los 27, ni un solo comentario a favor
del cooperativismo o la vida o el trabajo comunitario. La pregunta se prestó para
ciertas bromas sobre la vecindad.
Pregunta
9. Los aspectos positivos de la vida en el barrio. “Todo cerca, el quiosco, el
transporte, la carnicería, la escuela. La mayoría vive a dos o tres cuadras de
la escuela Neuquén, con excepción de un estudiante o que dijo vivir a 20
cuadras. También valoraron tener a los familiares cerca y a los amigos.
En
cuanto a los aspectos negativos, mencionaron “los robos”, y una alumna
relativizó: “hay de todo”. Dijeron que se vive cierta violencia, pero no lo
presentaron como un tema inquietante.
¿Y
en la escuela? Preguntamos. “A la noche es tranqui, pero a la tarde y a la
mañana vienen los peores. Los otros días entré y se estaban peleando en la
puerta”.
Nadie
mencionó la palabra “droga”. Tampoco preguntamos específicamente sobre el
asunto.
Preguntamos
a los estudiantes si tienen elegida una carrera o un oficio, para cuando
egresen: dijeron enfermería, administración de empresas, profesorado de
matemáticas, policía, arquitectura, educación física, maestra jardinera… Ninguno
tiene el propósito de seguir alguna carrera vinculada con la tierra. “Yo
pensaba en veterinaria, pero cuando me
dijeron que tenía que meter un termómetro en el…”, bromeó una alumna.
Sólo
uno de los estudiantes dijo que trabaja desde hace 5 años, en una fábrica de
aberturas.
Preguntados
sobre la posibilidad de capacitación en distintos rubros vinculados a la
chacra, hubo aceptación general. “Me gustaría trabajar con animales, me
gustaría”, confesó una de las alumnas con entusiasmo.
Sobre
el espacio para desarrollar cultivos o tener gallinas en casa, dialogaron sobre
la falta de espacios pero sí admitieron que cuentan con lugares pequeños con
excepción de cuatro o cinco que habitan en departamentos pequeños. De los
27consultados sólo dos dijeron que no tienen en casa ni perros ni gatos. Una
alumna comentó que en su casa hay 6 perros y 5 gatos. Otra explicó que no sería
problemas la convivencia porque un vecino suyo “tiene como siete perros y
gallinas y pollos”.
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Junta Abya yala por los Pueblos Libres
Programa Por
Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación
de la UNER
Colectivo
Trabajadores Por la Ventana
Grupo de
Reflexión Ambiental Mingaché
_________________________________________________________
Encuesta
del vivir bien y bello y el buen convivir
Organizaciones
sociales del litoral lanzaron el 22 de abril de 2018 en Entre Ríos la Encuesta
del vivir bien y bello y el buen convivir, para conocer las
expectativas en zonas urbanas y rurales en torno de la vida en armonía con la
naturaleza y la producción de alimentos sanos y en cercanía, y las
posibilidades de promover chacras biológicas comunitarias.
La
Encuesta se propone tomar conciencia de la distancia actual entre el ser
humano, la naturaleza y el cultivo de los alimentos y sus efectos degradantes en las personas y en todas las especies,
con vistas a propiciar caminos para el reencuentro, y descolonizarnos. También
buscaobservar las demandas de diversas formas de
relación con la tierra. Permitirá alentar estudios, reunir conocimientos dispersos, difundir
el estado de cosas y, una vez concluida la
consulta, presentar el panorama para que los pueblos
recuperen vínculos con su entorno y decidan
con autonomía los pasos a seguir.
Desde
nuestras organizaciones aclaramos que no es lo
nuestro repartir tierras sino conocer
experiencias sociales y de la agricultura, relacionarlas y difundirlas;
analizar las derivaciones de esa distancia notable entre lo urbano y lo
campesino, y estimular el amor a la Pachamama (madre tierra en
equilibrio), la sintonía del ser humano en el paisaje y la producción de
alimentos como un hábito en la solidaridad, bajo el principio de mínima
invasión.
Con la
determinación de no dar recetas sino de crear puentes y abrir caminos tal vez clausurados,
somos cuidadosos de la autonomía de las comunidades para darse sus propios
modos y relaciones. Por eso entendemos a la chacra en un
sentido amplio, como un conjunto de situaciones, vínculos y actividades en la
relación ser humano/tierra en forma armónica, integral, con particular
inclinación en este caso a la producción de los alimentos y acento en la salud
y la diversidad.
Biológica alude
a la producción orgánica, no sostenida en herbicidas, insecticidas o
transgénicos, y sobre una base de respeto al suelo y la biodiversidad. Y comunitaria porque
esta iniciativa busca conocer causas y efectos del individualismo, y promover
el uso sustentable de las riquezas y en grupo, con criterios solidarios, de
cooperación, y con respeto a la soberanía particular de los pueblos, es decir:
esos modos propios del relacionamiento, contra las fórmulas niveladoras de las
diferencias, impuestas por el colonialismo.
La
Encuesta de tipo exploratoria permitirá conocer problemas de los barrios
hacinados, bajo la luz del antiguo contacto de esas comunidades con la
producción y el amor a la naturaleza, de donde fueron expulsadas, con la
intención de descubrir caminos de retorno a la vida plena desde la infancia.
La
soberanía particular de los pueblos sintoniza con los principios de las luchas
feministas que buscan revertir el patriarcalismo etnocéntrico. La mirada
integral y la valoración de las identidades regionales (con distintos modos de
conocer y relacionarse), son expresiones de resistencia a la opresión vertical,
uniformadora, colonial, imperialista, patriarcal. El conocernos mediante el
diálogo, la comunicación, será entonces un modo de curarnos de colonialidad, es
decir: superar el estado de resignación.
El
principio de complementariedad entre especies, comunidades, personas, donde
importan el equilibrio, el paisaje, supera las jerarquías que reducen al “otro”
a un estado de servidumbre.
Diagnóstico
1-Por un
lado la situación actual de la biodiversidad en la Argentina y países hermanos,
con los graves efectos de la tala rasa, la fumigación con sustancias químicas
peligrosas en la agricultura, la erosión del suelo y la contaminación por
distintas vías, sobre la vida en todas sus expresiones.
2-Por
otro lado, el amontonamiento de millones de personas en barrios sin servicios
adecuados, con dificultades para acceder a los alimentos sanos por la miseria
que padecen, con una acumulación de problemas sociales que se potencian
mutuamente y dejan a multitudes bajo la línea de lo humano (racismo). El
hambre, la malnutrición y la dependencia alimentaria nos exigen una respuesta.
Millones de personas han sido víctimas del destierro de sus lugares por falta
de trabajo, con la consiguiente pérdida de culturas lugareñas (epistemicidio),
y frente a ese flagelo estamos atentos a los conocimientos preservados de una u
otra forma, con vistas a una paulatina recuperación.
3-El
buen vivir supone tiempo para la
contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades,
capacidades y potencialidades de las
comunidades se amplíen y florezcan en
el equilibrio. Ese mundo contrasta con el apuro de hoy, la violencia impuesta a nuestros barrios, la
dominación de unos sobre otros y el saqueo capitalista de los
bienes.
4-La
distancia ficticia generada por el sistema entre millones de seres humanos, por
una parte, y por otra parte amplios espacios hoy deshabitados, usados en muchos
casos para una economía de escala con
enormes máquinas y prácticas impuestas por intereses ajenos; un sistema que no
contempla los daños producidos por el desarraigo y el amontonamiento, ni los
derroches de energía, y que es responsable principal del ecocidio en
amplias zonas.
5-La
naturalización de un vicio muy extendido que permite la apropiación de vastas
superficies por particulares (50 mil hectáreas, 200 mil hectáreas, un millón de
hectáreas),mientras se talan los montes, y millones de
personas son condenadas al destierro; y la necesidad de recuperar tradiciones
que ven en la tierra no una mercancía para la especulación y el saqueo sino a
la Pachamama donde el ser humano comparte su vida con los demás seres, en
sintonía y equilibrio, y con la convicción de que la tierra no es del hombre
sino el hombre de la tierra.
Vida
comunitaria y
emancipación
desde la niñez
La Encuesta
del vivir bien y bello y el buen convivir será desarrollada desde
el 22 de abril en homenaje al Día internacional de la Madre Tierra, hasta el 10
de setiembre en memoria del revolucionario Reglamento de Tierras de Artigas. No
se nos escapa que estamos en el territorio de la Liga de los Pueblos Libres, de
antiguas y vigentes resistencias, y donde el apellido Artigas trascendió a Don
José a través de su hijo Santiago Artigas, para la época fundacional de las
comunidades de inmigrantes, promovidas en tiempos de la Confederación y de
Alejo Peyret.
La Encuesta
será un mapeo de conocimientos y expectativas de familias que aspiren a vivir
en relación armónica con el resto de la naturaleza, lo cual
incluye la producción de alimentos sanos, diversos y en cercanía, la
elaboración de esos alimentos, y el despliegue de múltiples actividades en base
a la filosofía del vivir bien. Se anotarán facilidades y obstáculos, así como
puntos vinculados a la organización, la tenencia de la tierra, el consumo de
los alimentos, la comercialización, la salud, la conciencia solidaria, por
ejemplo.
No vamos
por nuevas apropiaciones capitalistas. No buscaremos remedios en la enfermedad.
Promovemos una vida comunitaria, no individualista; una vida de
complementariedad con las distintas especies y no de saqueo; una vida basada en
el compartir y no en el competir, en la comunidad y no en la ganancia, donde el
concepto biodiversidad incluya a los árboles, los ríos, el aire sano, los
animales y entre ellos el ser humano con su cultura, sus conocimientos, sus
artes, sus oficios, sus luchas, sus modos regionales. Y una vida que permita, desde el primer momento, liberar a la niñez del
flagelo del hacinamiento que se ha convertido en hereditario, y recuperar los
valores de la comunidad, la soberanía alimentaria y la soberanía particular de
los pueblos, como bases para la constitución de un país plurinacional, federal
e independiente, en hermandad con los demás países de la región. Sabemos que en
un estado conviven varias naciones, que la confusión del estado con una nación
ha marginado a muchos, y sabemos que las autonomías fortalecen la unidad.
Intenciones
La
Encuesta permitirá escuchar voces acalladas, familiarizar a los habitantes de
la región con las riquezas naturales (a la comunidad en general), intercambiar
conocimientos, abrir horizontes impensados, analizar con espíritu crítico a la
tecnología, y facilitar a las comunidades el trazado de planes con
participación multisectorial para revertir el proceso de hacinamiento del ser
humano y su distanciamiento con el resto de la naturaleza. Eso nos ayudará a
poner sobre la mesa un problema clave. Los propósitos se sintetizan en:
1-Facilitar
en el ser humano las condiciones para una relación serena con la naturaleza.
Revalorizar la conciencia del vivir bien y bello y el buen convivir, la armonía
y la complementariedad, que heredamos de nuestras culturas milenarias, bajo el
lema “nadie es más que nadie”. Superar los daños de la concepción
antropocéntrica y eurocéntrica.
2-Recuperar
las actitudes y las posibilidades de vida y trabajo comunitarios. Subrayar el
valor de la gauchada y la solidaridad como fuentes de vida sustentable, y
curarnos del individualismo.
3-Conocer
experiencias de contaminación y depredación, y preservar vastas superficies de
la presencia predadora del humano.
4-Analizar
las posibilidades de compartir superficies fértiles con sentido comunitario,
donde cultivar alimentos sanos en cercanía, en base a la consigna artiguista:
“que los más infelices sean los más privilegiados”.
5-Compartir
el agua.
6-Combatir
el nuevo racismo, liberándonos del hacinamiento.
7-Devolver
los caminos al trabajo y la vida serena para todos, frente al terrible flagelo
de la desocupación masiva, cuando se presentan multitudes desprovistas de
herramientas y oficios porque el mismo sistema pretende convertirlas en sobras.
8-Evitar
transportes de grandes volúmenes a grandes distancias, con el consiguiente
ahorro en energías, rutas y riesgos.
9-Aniquilar
los problemas crecientes de inseguridad por la falta de servicios elementales
para muchos, y por el abismo que separa a los sectores miserables de las
mercaderías que ofrece la propaganda y que exhiben los ricos.
10-Generar
expectativas personales, familiares, sociales, plurinacionales, no con el
consumismo y el crecimiento económico sino con la vida plena y austera, el
conocimiento, el amor al paisaje y el trabajo digno y compartido. Vida feliz y
austera en el sentido de evitar excesos y derroches, evitar el gasto de
energías no renovables o contaminantes.
11-Tomar
conciencia del rol de los sectores concentrados y minoritarios de la economía
que dominan la propiedad y el uso de la tierra, el comercio, los precios, el
poder, los medios, la propaganda, y los votos por sus prerrogativas en el
acceso a medios y propagandas.
12-Ayudar
a nuestras comunidades a sanar heridas del desarraigo, el destierro y el
hacinamiento, con medidas reparadoras, y prevenir nuevos ataques a la
biodiversidad.
Gradual
La
Encuesta será desarrollada como plan piloto de abril a setiembre de 2018 en el
territorio de la provincia de Entre Ríos.
Esta
elección se fundamenta en que Entre Ríos es (con Santa Fe) la provincia más
expulsora de habitantes de la Argentina, donde el desarraigo ha generado miles
y miles de taperas y pueblos fantasmas, al mismo tiempo que las familias
expulsadas se amontonan en los barrios de las ciudades mayores y en otras urbes
del país como Rosario, Buenos Aires o Córdoba.
También
se explica porque Entre Ríos posee suelos feraces, clima benigno y geografías
cercanas a sectores de alto movimiento económico, lo cual hace más injustas las
migraciones.
Se agrega
a ello una tradición de luchas, en el litoral, por el arraigo de las familias,
el reparto de la tierra y la diversidad biológica y productiva (frutas, pollos,
huevos, cereales, carnes, montes, pesca, etc), que contrastan con la
resignación al proceso migratorio expulsivo.
Son
incontables los llamados de atención de historiadores, economistas, agraristas,
políticos, artistas, docentes, periodistas, sindicalistas, cooperativistas,
sociólogos, a lo largo de los siglos, y más aún los testimonios de campesinos,
en torno de los daños del sistema sobre las comunidades, muchas de ellas
literalmente destruidas por la expulsión, el desmonte y la concentración de las
riquezas en pocas manos. Adioses, taperas y nostalgias por la comunidad perdida
marcan el cancionero regional y la literatura. “Paraná, enferma del mismo mal
que todo Entre Ríos, no sabe retener a sus hijos. Los entrerrianos emigran”,
escribía Arturo Capdevila hace ya 80 años.
La
energía puesta por decenas de asambleas ecologistas en estas dos décadas
colabora con la comprensión. También
sabemos que la conciencia contra el extractivismo, la contaminación y la puesta
en peligro de la salud y el ambiente no puede estancarse en el rechazo o el
repudio a las nuevas embestidas del sistema, sino que requiere de una puesta en
cuestión del sistema mismo. De lo contrario nos quedaremos llorando o en el
mejor de los casos enfrentando los efectos, con dificultades crecientes para
cubrir todos los flancos.
Los habitantes
del litoral argentino ya no nos podemos hacer los distraídos ante la expulsión
porque los resultados hieren los oídos y los ojos. Las voces de alarma no
bastaron para revertir el proceso, de modo que las normas siempre resultaron
parches, gotas de agua en el mar. Y lo llamativo es que todos los partidos,
reformistas o conservadores, han manifestado en sus orígenes inquietudes por el
problema del arraigo, y los continuadores suelen relativizar los alcances del
mal.
En esto
de llorar consecuencias en sociedades alienadas por el amontonamiento, no
faltan algunos que buscan un consuelo bajando la edad de imputabilidad, por
caso, es decir: cargando las responsabilidades históricas sobre los niños.
Desde
nuestras organizaciones hemos estudiado la relación del ser humano y la tierra,
hemos recibido colaboraciones diversas, y promovimos en su momento la
declaración del maíz como semilla venerable e inviolable, en homenaje a la
biodiversidad, a la soberanía alimentaria y la simbiosis del ser humano y sus
alimentos. En todos nuestros documentos redactados durante una década figura la
inquietud por el paisaje, desde una mirada de cuenca.
La
Encuesta se constituirá en una fuente de información e interpretación
fundamental para el necesario análisis de situación de la economía, y de la
sociedad argentina víctima de macrocefalia y migraciones forzadas. También
facilitará el encuentro de familias en situación de hacinamiento y con actitud
para emprender otros compromisos.
Requisitos
Mientras
se desarrolle la Encuesta durante cinco meses, nuestras organizaciones
evaluarán con sus miembros y distintas entidades hermanas e instituciones los
requisitos necesarios para cumplir con el arraigo y la organización de
comunidades, y con la preservación del ambiente sano.
Temas:
encuentros de estudio y concientización, saberes de los pueblos sobre la
relación con la naturaleza; trazado de corredores de biodiversidad en las
cuencas de los principales ríos y arroyos; modos de preservar, recuperar y
difundir conocimientos campesinos; estado de la educación pública; experiencias
cercanas de agricultura familiar; capacitación, herramientas, intercambios;
caminos transitables, tecnología de comunicación; tierras del estado, modos de
adquisición de parcelas en cercanía de las centenares de comunas de la región
para el trabajo comunitario; estado de las distintas comunas y zonas que en los
últimos 70 años perdieron habitantes y condiciones para revertir el proceso;
participación de personas, organizaciones e instituciones y modos de decisión
en base a los conocimientos.
A la vez
se analizarán con mayor detenimiento (y con el auxilio de estudiosos de estos
temas), los obstáculos que se presentan en los distintos barrios, no sólo las
villas miseria sino también otros asentamientos, para el cumplimiento de condiciones
de vida saludables y el desarrollo de lazos comunitarios. Y se observarán las
ofertas de trabajo real de las zonas con mayor concentración de la propiedad de
la tierra, considerando que no pocos terratenientes ofrecen un puesto cada
1.000 hectáreas, con el auxilio de tecnología no apropiada.
Compromisos
Todas las
actividades de nuestras organizaciones son gratuitas, sin excepción, tanto los
encuentros de concientización como la Encuesta en sí, las gestiones y la
difusión del proyecto.
Los
resultados de la Encuesta ayudarán a diagnosticar el estado de cosas con mayor
amplitud, y promover un cambio profundo en la concepción del humano en relación
con la Pachamama. Y servirán para la organización de las comunidades con fines
propios, autónomos. Convencidos de que el conocimiento colaborará con la
emancipación.
Paraná,
Entre Ríos. Verano de 2018.
*Junta Abya yala por los Pueblos Libres
*Programa Por Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la
Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER
*Colectivo Trabajadores Por la Ventana
*Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché
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Cuestionario.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el
cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales
de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que
conocen?
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la
producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección
o la contaminación del ambiente?
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en
relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la
familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar
en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda
por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los
barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus
padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas,
polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos
artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
[1] Digresión del editor humano (bastante antiguo): El software editor
(moderno) ni siquiera reconoce el término sulky en ninguna de sus formas de
escritura.