Artistas y periodistas piden que una calle se llame Mario Alarcón
Todas
las bancadas de concejales de Paraná recibieron y apoyaron hoy una carta de un
centenar de artistas, periodistas, docentes, profesionales, comunicadores y
organizaciones culturales, con el pedido de que una calle de la capital
entrerriana reciba el nombre del periodista Mario Alarcón Muñiz.
Los
miembros del Concejo eligieron la arteria de la ciudad y votaron de manera
unánime, en respuesta a la carta de la vecindad, por el homenaje al estudioso
nacido en Victoria en 1933.
Entre
los fundamentos expresados en la carta sobresale la predisposición de Mario
Alarcón Muñiz para el conocimiento y la difusión de la poesía, la música, los
encuentros sociales, los espectáculos, y su participación en centros culturales
como la Junta Abya yala por los Pueblos Libres o la Asociación Tradicionalista
Entrerriana de La Bajada, sin contar decenas de grupos vinculados al estudio de
la historia, la música, la biodiversidad, que lo tuvieron como protagonista.
También subrayaron su actitud independiente en el ejercicio del periodismo en
diversos medios escritos, radiales, televisivos y digitales, en su larga y
honda carrera, por la que muchos de los periodistas de hoy lo consideran un
maestro.
A
continuación, el texto completo de la carta entregada a los concejales
paranaenses para dejar sentado su aprecio y su agradecimiento hacia el autor de
la obra Entrerrianías y conductor La Calandria, un clásico en los espacios de
difusión cultural del litoral.
Nacido
en Victoria el 6 de agosto de 1933 y fallecido en Paraná el 26 de octubre de
2019, Mario Roberto Eduardo Alarcón Muñiz dedicó su vida laboral al periodismo,
que ejerció en diversos medios escritos, radiales, televisivos y digitales de
la Argentina desde su juventud, con notable vocación de servicio, independencia
de criterio y actitud para el conocimiento y la divulgación de la cultura y la
defensa del ambiente.
Estudioso,
abierto a las distintas vertientes del conocimiento, aplicado y meticuloso en
sus tareas, participativo con presencia y voz en centros de estudio y
asambleas, Mario Alarcón Muñiz podía incursionar con la misma solidez en temas
de la música, la poesía, la política, el sindicalismo, el ambiente, los saberes
ancestrales, y a la vez dar espacio a las expresiones sociales y espirituales
del día, siempre atento a que las noticias y los entrevistados fueran el
centro. Pero además lo hacía con una condición natural para la oratoria que
podía enaltecer cualquier encuentro cultural, y por eso era llamado
habitualmente para la conducción de reuniones y espectáculos, la mayoría de las
veces como gauchada.
Fiel
a sus convicciones, Mario Alarcón Muñiz prefirió alejarse de algunos medios
antes que aceptar censuras, o directamente perdió espacios por no doblegarse, y
esa es otra faceta del maestro en la que pueden abrevar otras generaciones. Lo
mismo que su actitud para el trabajo autogestionado.
También
se distinguió por abrir espacios para que se lucieran artistas de los rubros
más variados, y sin menospreciar a nadie, de manera que entrevistaba con igual
dedicación y simpatía a un consagrado que a un aprendiz.
Como
conocedor de temas artísticos, históricos, ambientales, sociales,
cooperativistas, fue socio fundador y presidente de la Asociación
Tradicionalista Entrerriana de La Bajada, y miembro fundador y participante muy
activo del centro de estudios Junta Abya yala por los Pueblos Libres. Desde
allí gran impulsor de hechos memorables como la recuperación de la importancia
de la Batalla del Espinillo que dio origen al federalismo en la región; al
tiempo que brindó fundamentos, con otros estudiosos, sobre la necesidad de
rescatar el nombre original Alameda de la Federación para una calle céntrica de
Paraná.
Sereno
y firme, Mario Alarcón Muñiz aprovechaba cada espacio para resaltar las lenguas
nativas, de ahí que solía iniciar sus programas culturales con el habitual
“ñande gente porá”, como ocurría en La Calandria, convertido en un clásico de
la difusión cultural en la radiofonía del litoral argentino.
De
fuertes convicciones antiimperialistas y anticoloniales, entendía que un modo
de la resistencia es el cultivo de los saberes y las artes de cada región. “No sé si alguien lo planificó pero está en ejecución
desde hace años: la uniformidad de la cultura, uniformidad por razones de
dominio, de un idioma y en todos los órdenes, y esto hace que tendamos a la
pérdida de la identidad. Esto se trasunta en la conformación de una masa
amorfa: todos iguales”, dijo cierta vez. Y así solía por eso recordar
palabras de Mahatma Gandhi con las que se identificaba: “no quiero mi casa
amurallada por todos lados, ni mis ventanas cerradas. Yo quiero que las
culturas de todo el mundo soplen sobre mi hogar tan libremente como sea
posible, pero me niego a ser barrido por ninguna de ellas”.
Cuando
se cumplen tres años de su fallecimiento y 15 años de la aparición de su libro
“Entrerrianías” que recopila saberes del litoral, entendemos que ese Concejo
Deliberante sabrá apreciar al igual que nosotros los atributos de nuestro
vecino para que una calle de Paraná sea honrada con su nombre.
Sin
más, los saludamos cordialmente.