Uruguay-Argentina: llamamos a convertir los pasos de frontera en centros de integración
Pronto se cumplirán diez años del Documento de la Junta Abya yala por los Pueblos Libres –JAPL- del 14 de diciembre de 2011 que llamó a abolir la división que nos impusieron con la frontera entre la Argentina y Uruguay.
Al recordar 200 años del ingreso de los
pueblos del Éxodo oriental encabezado por José Artigas al territorio
entrerriano, en diciembre de 2011, y en homenaje a las mujeres y los hombres
que soñaron y fogonearon nuestra revolución independentista, y hasta murieron
por ella, los integrantes de este centro de estudios convocamos a los vecinos
de nuestra región a emprender una nueva marcha por la unidad.
Conscientes de la necesidad de conservar y
cultivar la unidad milenaria que nos distingue, y de evitar por todos los
medios el abuso de los centros de poder, llamamos a profundizar esos lazos de
unión familiar, social, artística, económica, y a discutir esta frontera
entre Uruguay y la Argentina sostenida en una arbitrariedad histórica.
La unidad de nuestros pueblos es un valor,
una razón, un legado que no tenemos derecho a desairar, y confiamos en que esta
nueva marcha desde el pie (que asumirá los modos más eficaces que elijamos en
adelante, con serenidad y creatividad) alumbrará el camino para abolir la
división que nos impusieron con esta frontera.
Luego de madurar largos intercambios y
debates, sostenemos que la unidad de los pueblos es un derecho, y esta
balcanización, un atropello. Los argumentos contrarios, que se expresan en esta
frontera, caen por su propio peso. Esta frontera es obra de las intrigas y presiones de toda índole del
imperio británico y sus amanuenses, aprovechados también de la miopía (y la
mezquindad) de sectores de poder local que optaron por soltarles las manos a
los hermanos luchadores, para salvar sus privilegios. Y no es digno para los
pueblos convalidar o naturalizar las maniobras de los que buscaron separarlos y
los quieren divididos.
Aunque siempre estaremos a tiempo, hoy
plantamos la bandera del tránsito a ese camino de la unidad. Unidad que nos
trasciende. Empezando por los pueblos que hemos heredado la luz de la Liga de
los Pueblos Libres, parida con las familias orientales del Éxodo establecidas
en el Ayuí entrerriano. Y conscientes de que no somos los únicos que resultamos
partidos, en este continente, por la vieja consigna “divide y vencerás” aún
vigente.
Nuestro centro de estudios, integrado por
trabajadores santafesinos, orientales y entrerrianos (estudiantes, docentes,
cooperativistas, periodistas, investigadores, artistas, profesionales,
ambientalistas, luchadores sociales, economistas), busca promover la unidad,
desde una antigua y bella consigna que nos expresa bien: naide es más que naide.
Injusta y arbitraria
En nuestra conciencia (y en lo posible en
nuestras prácticas) no reconocemos estos límites políticos impuestos a
contramano de la naturaleza y de nuestras culturas, y trabajaremos con otras
personas y otras organizaciones para que un día la frontera sea apenas un mal
recuerdo.
No negaremos que la unidad puede cultivarse
aún en el actual estado de cosas, cuando contamos con tantas inquietudes,
atributos, luchas y compromisos comunes. Siempre hay resquicios. Pero existen
pruebas irrefutables de cómo la frontera parte a un pueblo, le bifurca el
camino, y abre más brechas a la penetración imperialista y a los intereses
sectoriales del poder local.
Para los charrúas, guaraníes, yaros, chanás,
criollos y otros pueblos que están en nuestras raíces, en las comunidades de
ambas costas del río Uruguay, esa frontera jamás existió ni debe existir. Y son
innumerables los casos de familias que pasaron de una banda a la otra en busca
de paz, alimentos, trabajo, hogar, amores, y con el tiempo se vieron obligadas
a la triste separación, porque los poderosos que trazaron la frontera nos
vedaron, ante el mundo, nuestro derecho a la unidad. Así es que hoy, lejos de
resignarnos, denunciamos esta frontera por injusta y arbitraria.
Vivimos en un conjunto de estados
balcanizados por los imperios, y por las oligarquías nativas que se
hipnotizaron con Europa, en olvido y menosprecio del tejido social, las
culturas de esta tierra. Esos estados crearon ejércitos y guardaron fronteras
arbitrarias, se hicieron custodios de su propia balcanización, ignorándose y
temiéndose mutuamente, y con sus clases dominantes conociendo mucho mejor París
que sus propios pagos.
Pero los lazos que nos hacen hermanos vienen
del fondo del tiempo. Fueron alimentados primero por la tierra misma, los ríos,
la flora, la fauna común, los paisajes compartidos, después por nuestros
antepasados en este suelo, la mujer y el hombre en el trabajo, el arte, los
sueños. Y son muchos los que colaboran con la unidad: trabajadores, artistas,
defensores del ambiente sano, pescadores artesanales, luchadores sociales,
deportistas, escritores, y tantos…
Ha llegado la hora de que nuestra unidad
profunda se exprese en los hechos. Es un mismo río y somos un pueblo en
sus costas. Bien decían Aníbal Sampayo y el Zurdo Martínez: “los pájaros comen
en una orilla y anidan en la otra”. No olvidamos ese mensaje. Tarde o temprano
vamos despertando.
Hacemos esta convocatoria precavidos,
también, de los intereses espurios de sectores de poder, como los que responden
a la llamada “Iniciativa para la Integración” –IIRSA- que procura hacer de
nuestros territorios una cancha libre con mega obras para los negocios
concentrados de las multinacionales y sus aliados. Está claro para nosotros que
“integración” es otra cosa. La unidad de los pueblos no es compatible con la
avaricia de los poderosos del mundo que se han creído dueños de trazar nuestro
futuro a su conveniencia; ni es compatible con la economía extractiva que
imponen los dominadores de turno; ni es compatible con la prepotencia de las
metrópolis, subordinadas al capital financiero que no se resigna a perder un
predominio que heredó de otros tiempos coloniales.
No ignoramos que la unidad molesta a los
grupos y los estados que apuestan a nuestra división porque eso es garantía de
dominación. Sabemos también que mañana (como ayer), habrá diplomáticos y no
diplomáticos dispuestos a ejercer influencias y a poner en marcha su red de
intrigas (no precisamente al servicio del interés común), para arrancar de
cuajo esta verdad que nos lanza inexorablemente a la unidad. Pero estamos en
alerta, nuestra determinación no tiene marcha atrás. No hay retirada.
También advertimos que en este proceso los
sectores, las regiones y las ciudades más fuertes en su economía deberán
mostrarse solidarios con los menos favorecidos, no como una concesión sino
porque esa es su obligación.
Para aventar confusiones subrayamos que jamás
la unidad debe ser usada como escalón para los privilegios. Aquí nadie debe
sentirse anexando a nadie, y consideramos obvio que al estrecharnos en este
abrazo genuino se generará un nuevo orden que tenemos que estar preparados a
alentar con creatividad, con amor, sin mezquindades; con alto sentido de la
responsabilidad, con autodeterminación soberana y especial participación de los
herederos de la Liga de los Pueblos Libres.
Sin apurarnos, y tratando de evitar
malentendidos o interpretaciones enrevesadas, entendemos que éste es un
testimonio saludable, un paso hacia la confederación de las culturas del Abya
Yala, de nuestra América, nuestra “tierra en plena madurez”.
Es nuestro deber trabajar entre todos por la
unidad, basados en el respeto a las diferencias individuales y grupales. La
unidad y la lucha en común por el bienestar de todos van más allá de las
diferencias. El respeto que nos debemos los seres humanos es una marca milenaria
y original de nuestra América. En honor a esa herencia maravillosa es que
debemos cuidarnos de caer en la desidia mientras otros planifican el
desmembramiento (¡no se olviden de Ponsonby!)
Un plan piloto
En la búsqueda de salidas razonables a la
actual separación artificial, nos comprometemos a colaborar en el diseño de un
plan piloto de ambas costas para convertir las aduanas y estructuras militarizadas
actuales en centros culturales de integración de los pueblos libres. Lo que sería un modelo a seguir para el resto de los
pueblos hermanos, con quienes sufrimos fronteras ficticias que reprochamos.
No somos, claro, los únicos en cuestionarlas.
Por lo pronto apreciamos los esfuerzos de personas y entidades e incluso
organismos internacionales, para fortalecer la unidad de nuestros países y
estamos bien al tanto de los debates de hoy.
No hay pueblos del Abya Yala que no
consideremos hermanos, y hermanos también en la resistencia al imperialismo
(venga de donde venga). Esos pueblos sabrán que este paso hacia la unidad,
lejos de resultar una amenaza es una marcha plural y edificante que nos
encontrará juntos. Nuestra posición puede comprenderse: mal haríamos en
promover la unidad si no empezáramos por desmantelar la barrera que se nos
presenta a la vuelta de la esquina.
Empecemos, pues, por tomar conciencia de que esta
frontera no fue creada por los pueblos de ambas orillas; que nuestros
jefes visionarios como José Artigas jamás aceptaron este disparate; y que,
por complejo que sea, tenemos que quitar las piedras de este muro en que
convirtieron nuestro Río de los Pájaros. Empecemos por devolver al río todo
su bello contenido de comunicación, diálogo, hermandad, sustento, aire puro,
amor y vida.
Es clara nuestra decisión de revisar el
relato histórico que nos vendieron, y generar conciencia de que en el fondo no
somos dos naciones sino una. Eso no es una frase retórica, es una verdad
histórica y se expresa en las luchas, los ritmos, las expectativas, los modos,
los símbolos, los gustos, las letras…
Unidad e independencia van de la mano. Cuarenta mil años de historia
en el Abya Yala nos invitan a vivir en armonía en la naturaleza, con lugar para
todos, y en solidaridad. Desde estas convicciones es que llamamos a la nueva marcha
por la unidad (marcha que tomará su forma más apropiada), y nos
manifestamos bien dispuestos a explicar, si hace falta, a intercambiar
pareceres, para que nadie pueda sospechar, siquiera, intereses subalternos en
esta declaración.
Marchemos con firmeza y con alegría, dejando
diferencias menores a un lado, con las raíces nutridas en los miles de años de
historia fecunda de esta “tierra de sangre vital”, y con el corazón abierto al
encuentro, en nuestro río Uruguay, en la sinceridad de una rueda de mate.
Firmado en Paraná, Entre Ríos, diciembre de
2011.
Junta Abya yala por
los Pueblos Libres –JAPL-
En el Bicentenario de La Redota, y de las
luchas por la independencia, la república, la confederación, el acceso a la
tierra, la integración de los pueblos, la unidad.
JAPL: organización sin fines de lucro, centro
de estudios fundado el 23 de mayo de 2007, con sede en Paraná, Entre Ríos.
Cuenta con miembros en Paraná, Concepción del
Uruguay, Santa Fe, Gualeguaychú, Rosario, Montevideo, Chajarí, Colonia Caseros,
Valle María, La Picada, Colonia Avellaneda, Oro Verde, Villa Mantero, entre
otras localidades.
Firman esta
Declaración
Alberto Dorati
Alejandro García Ruiz
Américo Schvartzman
Andrés Petric
Ángel Sánchez
Antonio Tardelli
Carlos Natalio Ceruti
Carlos Weber
César Baudino
Daniel Tirso Fiorotto
Emanuel Martínez Garbino
Facundo Gómez
Federico Tálamo
Florencia Gómez
Fortunato Calderón Correa
Gonzalo Milocco
Graciela Albornoz
Guido Tonina
Haydée Chaparro
Ignacio González Lowi
Irene Aguer
Jesuana Aizcorbe
Jorge Villanova
Juan Antonio Vilar
Juan José Rossi
Julio Majul
Laureano Andrioli
Luis Lafferriere
Marcelo Julio Rivero
Marcelo Verzegnassi
Marina Giaveno
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Mario Castaldo
Martha Bader
Martín Barral
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